El arroz mexicano es un básico de la cocina tradicional. Su color rojo y su sabor suave pero lleno de vida provienen del jitomate, el ajo y un toque de comino. Es el acompañamiento perfecto para carnes, enchiladas, tacos o frijoles. Aunque parece sencillo, tiene sus secretos para que quede suelto, sabroso y nunca apelmazado.
Ingredientes (6 porciones)
- 2 tazas de arroz blanco
- 3 tazas de caldo de pollo (o agua con consomé)
- 2 jitomates maduros (o 1 taza de puré de tomate natural)
- ¼ de cebolla blanca
- 2 dientes de ajo
- ¼ taza de aceite vegetal
- ½ taza de chícharos (opcional)
- ½ taza de zanahoria picada (opcional)
- 1 cucharadita de sal
- ½ cucharadita de comino (opcional, para más aroma)
Preparación
- Licúa la base: en la licuadora, mezcla los jitomates, la cebolla, el ajo y ½ taza del caldo. Cuela la mezcla para una textura más fina.
- Fríe el arroz: calienta el aceite en una olla mediana y añade el arroz crudo. Fríelo a fuego medio, moviendo constantemente, hasta que esté dorado y suelte un aroma a nuez tostada.
- Agrega la salsa: vierte la mezcla de jitomate sobre el arroz (ten cuidado, puede salpicar). Cocina 2–3 minutos para que se evapore un poco el líquido.
- Cocina el arroz: añade el resto del caldo, sal, comino y las verduras si decides usarlas.
- Cuando empiece a hervir, baja el fuego al mínimo, tapa y deja cocinar 18–20 minutos sin destapar.
- Apaga el fuego y deja reposar 5 minutos antes de esponjar con un tenedor.
Consejos
- El secreto está en dorar bien el arroz antes de añadir la salsa: eso evita que se pegue.
- Si usas puré de tomate, agrega una pizca de azúcar para balancear la acidez.
- Puedes sustituir el caldo por agua, pero el sabor será más profundo con caldo casero.
El arroz mexicano no solo acompaña, sino que realza cualquier plato. Es el alma de la comida casera, presente en cada mesa familiar.
