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¿El chisme puede ser bueno para la salud mental? La ciencia dice que sí

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© Kiosea39 | Dreamstime.com

Hablar de otras personas a sus espaldas suele tener mala reputación. Pero según nuevos estudios en psicología social, no todo el chisme es destructivo. En pequeñas dosis y con la intención correcta, puede ser una forma natural de conexión social que incluso beneficia la salud mental.

El chisme como herramienta humana

Los investigadores definen el chisme como cualquier conversación sobre alguien que no está presente, sin importar si es positiva o negativa. Desde una perspectiva evolutiva, el intercambio de información social ayudó a los grupos humanos a entender quién era confiable, a crear normas compartidas y a mantener la cohesión dentro de la comunidad.

Un estudio de la Universidad de California encontró que las personas que practican chismes neutrales o positivos suelen tener niveles más altos de empatía y sentido de pertenencia. Hablar sobre otros puede servir para reflexionar sobre valores, comparar comportamientos y aprender de las experiencias ajenas.

El lado saludable del chisme

  • Conecta y libera estrés. Compartir anécdotas o frustraciones con alguien de confianza genera alivio emocional, ya que activa la liberación de oxitocina, la misma hormona relacionada con la confianza y el vínculo social.
  • Refuerza las normas sociales. Al comentar sobre comportamientos ajenos, las personas refuerzan lo que consideran aceptable o inapropiado dentro del grupo, lo que ayuda a mantener la armonía.
  • Fomenta empatía y reflexión. Hablar sobre otros, cuando se hace con intención de entender y no de juzgar, puede aumentar la capacidad de ponerse en el lugar del otro.

La psicóloga social Elena Martínez explica que “el chisme puede funcionar como una válvula emocional y un espejo colectivo, siempre que no se use para humillar o excluir”.

Cuando deja de ser saludable

El problema surge cuando el chisme se vuelve cruel, constante o manipulador. En esos casos, puede provocar ansiedad, dañar relaciones y crear entornos laborales o familiares tóxicos.

Los estudios también muestran que las personas que participan con frecuencia en chismes negativos tienden a experimentar más estrés y sentimientos de culpa, lo que afecta su bienestar psicológico.

Por eso los expertos recomiendan preguntarse antes de hablar:

  1. ¿Esto aporta algo útil o solo busca herir?
  2. ¿Me gustaría que dijeran esto de mí?
  3. ¿Estoy buscando conexión o conflicto?

Un equilibrio natural

El chisme, en su forma más humana, puede cumplir la función de conectar, liberar tensión y hasta fortalecer la empatía. En la medida en que se base en la curiosidad y no en la malicia, puede tener efectos positivos sobre la mente y el ánimo.

Al final, el secreto está en cómo lo usamos. Un comentario amable, una conversación con intención genuina de entender o compartir experiencias puede ser más saludable de lo que parece. Lo importante es que las palabras unan, no dividan.

El Especialito

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