El gobernador de California, Gavin Newsom, advirtió este martes que demandará al presidente Donald Trump si cumple su amenaza de enviar tropas de la Guardia Nacional a la ciudad de San Francisco, una medida que calificó de “abuso de poder” y de “ataque directo al estado de derecho”.
En un comunicado emitido por su oficina, Newsom afirmó que “no piensa ignorar el abuso de poder” y que el despliegue de fuerzas federales “sin supervisión ni rendición de cuentas” sería una violación de la Constitución.
“El presidente está equivocado si cree que puede actuar sin encontrar resistencia. Defenderemos nuestro estado y la ley”, expresó el mandatario estatal, conocido por su fuerte oposición a las políticas del presidente republicano.
“No hay justificación legal”
El fiscal general de California, Rob Bonta, respaldó las declaraciones de Newsom y aseguró que no existe base legal alguna para un despliegue militar en territorio californiano.
“No hay invasión, no hay disturbios, no hay rebelión”, escribió Bonta en la red social X, subrayando que la intervención de la Guardia Nacional sería “inconstitucional e injustificada”.
Las reacciones llegan después de que Trump insinuara, durante una conferencia en la Casa Blanca, que San Francisco podría ser la próxima ciudad en la que desplegaría tropas federales, tras los operativos realizados en Chicago desde septiembre.
Precedente en Chicago
En la ciudad del medio oeste, el presidente ordenó el envío de cientos de agentes federales con el argumento de frenar la entrada de migrantes indocumentados y reducir la criminalidad. Según datos oficiales, el operativo ha dejado más de 1.500 detenidos, aunque las autoridades locales denuncian que las acciones han generado tensión política y social.
El gobernador Newsom calificó la posibilidad de un despliegue similar en California como una “intimidación política disfrazada de operación de seguridad” y aseguró que presentará una demanda inmediata si el Gobierno federal intenta enviar tropas sin aprobación estatal.
Con este nuevo enfrentamiento, la relación entre Trump y California vuelve a tensarse, consolidando al estado como uno de los principales focos de resistencia a las políticas del presidente republicano.