Un estudio reciente reveló que tener la presión arterial elevada en la adolescencia puede predecir quiénes desarrollarán enfermedad cardiaca en la adultez. Esta nueva evidencia refuerza que la salud del corazón no comienza en la madurez, sino en los primeros años de vida.
Qué encontró el estudio
Investigadores del Linköping University en Suecia analizaron los registros médicos de miles de jóvenes que, a los 18 años, se sometieron a mediciones de presión arterial como parte del servicio militar. Años después, al evaluar su salud entre los 50 y 64 años, descubrieron que los adolescentes con presión arterial más alta presentaban mayor acumulación de placa en las arterias coronarias.
Uno de los hallazgos más llamativos es que incluso valores considerados “normal altos”, como 120/80 mmHg, ya mostraban una asociación con más riesgo de aterosclerosis. Esto indica que la ventana para intervenir y prevenir debe abrirse mucho antes de lo que históricamente se ha hecho.
Implicaciones para la salud pública
Los especialistas señalan que estos resultados deben servir como una llamada de atención. Si la presión arterial elevada en la adolescencia puede influir en la salud cardiaca décadas después, entonces las estrategias de prevención deben comenzar mucho antes.
Además, factores como obesidad, sedentarismo, mala alimentación y falta de sueño en la adolescencia aumentan el riesgo a futuro. Es una etapa decisiva para crear hábitos saludables que acompañen toda la vida.
Qué pueden hacer los adolescentes y sus familias
- Medir la presión arterial con regularidad, incluso en jóvenes sanos.
- Mantener actividad física diaria, idealmente 60 minutos de ejercicio moderado o intenso.
- Priorizar alimentos frescos, frutas, verduras y limitar el sodio y los ultraprocesados.
- Reducir el tiempo sedentario frente a pantallas y hacer pausas activas.
- Dormir lo suficiente, ya que la falta de sueño puede elevar la presión arterial.
Qué considerar del estudio
Los investigadores aclaran que el estudio se realizó principalmente en hombres jóvenes suecos, lo que significa que los resultados podrían variar en mujeres u otras poblaciones. Aun así, la evidencia coincide con otros trabajos científicos que muestran que la salud cardiovascular empieza a moldearse desde la adolescencia.











