La gestión del comercio internacional de especies que están o podrían llegar a estar en peligro de extinción entra desde este lunes en una fase de revisión decisiva en Samarkanda, Uzbekistán. Durante casi dos semanas, la Conferencia de las Partes de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (COP CITES) evaluará si el intercambio de unas 250 especies debe prohibirse o mantenerse bajo regulaciones estrictas que garanticen que su explotación sea legal, sostenible y trazable.
El encuentro, considerado la Conferencia Mundial sobre la Vida Silvestre, reúne a más de 3.000 participantes de 170 países y organizaciones. En total se analizarán 51 propuestas que determinarán si especies como el okapi, la hiena rayada, la palma chilena o el palo de brasil deben añadirse al Apéndice I, que prohíbe su comercio con fines comerciales salvo excepciones científicas. Otras, como la gacela dorcas, el perezoso de dos dedos, la anguila o diversos pepinos de mar, podrían ser incluidas en el Apéndice II, donde el comercio se permite pero bajo regulación estricta y sin riesgo para la supervivencia de las poblaciones.
La agenda es amplia. Incluye el debate sobre la situación de elefantes, grandes simios, felinos asiáticos, tiburones, caballitos de mar, árboles de palo de rosa, madera de Brasil y plantas medicinales y aromáticas, entre otros apartados. Actualmente la CITES ofrece diferentes niveles de protección a más de 37.000 especies de animales y plantas.
En paralelo a la apertura de la conferencia, WWF alertó sobre el deterioro extremo de las poblaciones de anguila en todo el mundo. La organización respaldó la propuesta de incluir a la anguila japonesa y la americana en el Apéndice II, advirtiendo que ambas especies enfrentan una presión comercial global insostenible. La anguila europea, la más amenazada de todas, ya fue incluida en esa categoría en 2009.
Para WWF, la crisis de la anguila refleja un problema aún más profundo: el declive de los ecosistemas de agua dulce y marinos. Su informe Planeta Vivo apunta a una reducción del 85 por ciento en las poblaciones de vertebrados de agua dulce en los últimos cincuenta años, el mayor desplome entre todos los grupos de fauna monitoreados.
La organización pidió a los gobiernos reunidos en Samarkanda reforzar la cooperación internacional, aplicar controles efectivos al comercio, restaurar hábitats críticos y gestionar las pesquerías basándose en evidencia científica. Solo así, indicó, será posible dar un respiro a estas especies migratorias y evitar su desaparición.











