En el otoño de 1888, las calles de Whitechapel en Londres se convirtieron en escenario de uno de los crímenes más célebres y aterradores de la historia. Un asesino conocido como Jack el Destripador mató brutalmente a por lo menos cinco mujeres, todas trabajadoras sexuales, en una serie de ataques que mostraban una violencia quirúrgica. La brutalidad de los crímenes, combinada con cartas anónimas enviadas a la policía y a los periódicos, sembró el pánico en la ciudad y dio nacimiento a una leyenda criminal que sobrevivió más de un siglo.
Durante décadas, el caso permaneció sin resolver. La falta de pruebas forenses en la época, las calles oscuras de Whitechapel y la desconfianza hacia la policía alimentaron teorías interminables: desde príncipes de la realeza británica hasta médicos sádicos, escritores famosos o figuras anónimas. Jack el Destripador se convirtió en un mito, un fantasma que nunca fue atrapado.
Sin embargo, en años recientes la ciencia moderna ha aportado nuevas pistas. En 2019, un análisis de ADN obtenido de un chal que pertenecía a una de las víctimas, Catherine Eddowes, sugirió que el verdadero culpable pudo haber sido Aaron Kosminski, un barbero polaco que vivía en Whitechapel en la época de los asesinatos. Kosminski ya había sido sospechoso en su momento, pero nunca se encontraron pruebas concluyentes. El estudio genético, realizado con tecnología moderna, apuntó a una coincidencia con sus descendientes vivos.
Aunque algunos expertos cuestionan la validez del hallazgo, el anuncio se interpretó como lo más cercano a una “solución” del caso. Para muchos, la identificación de Kosminski explica por qué los crímenes se detuvieron de manera repentina: poco después fue internado en un hospital psiquiátrico, donde pasó el resto de su vida. La idea de que Jack el Destripador pudo haber sido un hombre común, un barbero del barrio, resulta tan aterradora como decepcionante para quienes esperaban una figura más siniestra o poderosa.
Más de 130 años después, el misterio de Jack el Destripador sigue vivo en la cultura popular. Su nombre aparece en libros, películas, documentales y teorías de conspiración. Y aunque el caso parezca finalmente resuelto por la ciencia, la sombra del asesino permanece. Tal vez lo insólito no sea solo quién fue, sino cómo un criminal anónimo logró convertirse en uno de los mitos más oscuros e inmortales de la historia.




