Entre 1989 y 2001, uno de los juegos promocionales más famosos del mundo se convirtió en el centro de una de las estafas más insólitas de la historia reciente. El Monopoly de McDonald’s, diseñado para repartir premios millonarios a los clientes, terminó siendo manipulado desde dentro por la persona encargada de su seguridad.
Jerome “Uncle Jerry” Jacobson, ex policía y jefe de seguridad de la empresa que producía las piezas del juego, ideó un esquema para robar las más valiosas. Su cargo le permitía supervisar la impresión y distribución de los boletos premiados. Aprovechando esa posición, sustraía las piezas ganadoras antes de que llegaran a los restaurantes y las entregaba a familiares, amigos y cómplices a cambio de dinero o favores.
Cómo funcionaba la red
Jacobson no actuaba solo. Con el tiempo creó una red de intermediarios que buscaban “ganadores” dispuestos a reclamar los premios y compartir las ganancias. Los billetes de un millón de dólares, autos y vacaciones de lujo acababan en manos de personas que nunca los habían encontrado por casualidad. Muchos de ellos inventaban historias falsas sobre cómo habían conseguido el cupón para evitar sospechas.
La investigación del FBI
La operación empezó a desmoronarse cuando una denuncia anónima llegó a la oficina del FBI en Jacksonville, Florida. Los agentes notaron un patrón extraño: demasiados ganadores vivían en la misma zona o tenían vínculos entre sí. Para confirmar sus sospechas, el FBI montó la llamada “Operación Final Answer”. Se hicieron pasar por un equipo de grabación que supuestamente entrevistaba a los afortunados para un anuncio publicitario, pero en realidad buscaban inconsistencias en sus relatos.
Las entrevistas grabadas, junto con escuchas telefónicas y seguimientos, revelaron la magnitud de la estafa. El fraude había desviado alrededor de 24 millones de dólares en premios que jamás llegaron a verdaderos clientes.
El final del juego
En 2001, más de 50 personas fueron acusadas por fraude y conspiración. Jacobson se declaró culpable y fue condenado a poco más de tres años de prisión, además de tener que devolver más de 12 millones de dólares. Varios cómplices recibieron condenas menores o acuerdos reducidos por colaborar con las autoridades.
De la realidad a la pantalla
Años después, la historia volvió a captar la atención pública gracias a documentales y reportajes que mostraron el ingenio criminal de Jacobson, la meticulosa investigación del FBI y la sorprendente red de personas involucradas. Lo que comenzó como una campaña de marketing para vender hamburguesas terminó convertido en un caso emblemático de fraude corporativo.