Cada año, cuando termina el horario de verano (Daylight Saving Time) y los relojes se atrasan una hora, muchas personas celebran la idea de dormir un poco más. Pero este pequeño ajuste puede tener efectos reales en el cuerpo y el bienestar general. Aunque parece un cambio mínimo, el organismo humano no se adapta tan rápido como el reloj.
El reloj biológico y el ritmo circadiano
Nuestro cuerpo funciona con un reloj biológico interno que regula el sueño, el apetito, la temperatura y la producción de hormonas. Este ciclo natural de aproximadamente 24 horas se conoce como ritmo circadiano, y está sincronizado con la luz del día.
Cuando cambia la hora, esa sincronía se altera. El amanecer llega antes y el anochecer también, lo que puede causar desajustes temporales en el sueño y el estado de ánimo. Aunque el cuerpo suele adaptarse en pocos días, algunas personas sienten el impacto por más tiempo.
Cómo afecta al sueño y al estado de ánimo
El fin del horario de verano puede alterar el ciclo del sueño, especialmente en quienes ya tienen horarios irregulares o sufren de insomnio. Dormir más temprano se vuelve difícil y despertar al día siguiente puede sentirse como un “mini jet lag”.
Además, los cambios en la luz solar influyen directamente en la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño. Menos horas de luz durante el día pueden provocar somnolencia, fatiga y, en algunos casos, síntomas leves de depresión estacional.
Consecuencias en la salud
Los expertos en cronobiología han observado que los días posteriores al cambio de hora pueden aumentar los niveles de estrés y disminuir la concentración. En personas con enfermedades cardíacas, algunos estudios incluso sugieren un ligero incremento en los riesgos cardiovasculares durante el periodo de adaptación.
A nivel emocional, la disminución de la luz natural puede afectar la motivación y el estado de ánimo, sobre todo en regiones donde los días se acortan rápidamente.
Cómo adaptarse mejor al nuevo horario
Los especialistas recomiendan:
- Mantener una rutina de sueño constante, incluso los fines de semana.
- Exponerse a la luz natural durante la mañana para ayudar al cuerpo a reajustarse.
- Evitar pantallas luminosas al menos una hora antes de dormir.
- Reducir el consumo de cafeína y alcohol por la noche.
- Practicar ejercicio moderado durante el día.
Estos pequeños ajustes pueden ayudar a que el cuerpo se adapte al cambio con menos fatiga y menos alteraciones del sueño.