Hoy la Navidad parece intocable, pero hubo un tiempo en que celebrarla era ilegal. La Navidad prohibida por los puritanos no es una exageración ni un mito moderno, sino un episodio documentado que revela hasta qué punto la religión y el poder intentaron controlar la vida cotidiana.
En el siglo XVII, los puritanos ingleses consideraban la Navidad una celebración peligrosa. Para ellos, no tenía base bíblica y estaba contaminada por rituales paganos, excesos de comida, alcohol y comportamientos inmorales. En su visión, el 25 de diciembre no debía ser un día festivo, sino uno más de trabajo y oración.
En 1647, bajo el gobierno puritano de Oliver Cromwell, el Parlamento inglés prohibió oficialmente la celebración de la Navidad. Las iglesias fueron obligadas a cerrar ese día. Se prohibieron decoraciones, banquetes y cualquier señal pública de festejo. Soldados patrullaban las calles para asegurarse de que la población cumpliera la ley. Celebrar la Navidad podía acarrear multas o arrestos.
La Navidad prohibida por los puritanos no se limitó a Inglaterra. Cruzó el Atlántico junto con los colonos puritanos que se establecieron en Nueva Inglaterra. En la colonia de Massachusetts, entre 1659 y 1681, celebrar la Navidad era un delito castigado con multa. Las autoridades coloniales veían la festividad como una amenaza al orden social y religioso que intentaban imponer.
Los registros muestran que muchas personas celebraban en secreto. Cerraban ventanas, apagaban luces y evitaban cualquier indicio de reunión. La resistencia silenciosa fue clave para que la tradición sobreviviera. Aun así, durante décadas, la Navidad fue un día común en muchas comunidades puritanas, sin regalos, sin cantos y sin descanso laboral.
La prohibición comenzó a debilitarse con el colapso del régimen puritano en Inglaterra y el cambio cultural en las colonias americanas. Sin embargo, el rechazo persistió. En Estados Unidos, la Navidad no fue reconocida como feriado federal hasta 1870, una señal de lo profundamente arraigada que estuvo la oposición inicial.
La historia de la Navidad prohibida por los puritanos demuestra que las tradiciones no siempre avanzan de forma lineal. A veces sobreviven a pesar de leyes, castigos y dogmas. La fiesta que hoy simboliza unión y celebración fue vista durante años como una amenaza moral.
Paradójicamente, la Navidad que intentaron borrar terminó imponiéndose. No por decreto, sino porque la gente se negó a renunciar a ella. Y eso, más que cualquier villancico, explica por qué sigue viva.










