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La dictadura en Chile vuelve al centro del debate electoral con tres candidatos que la reivindican

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Fotografía del 11 de septiembre 2025 de una mujer sosteniendo retratos de detenidos desaparecidos en Santiago (Chile). EFE/ Elvis González

A más de medio siglo del fin del régimen militar, la dictadura en Chile volvió a instalarse en el centro del debate político de cara a las elecciones presidenciales del domingo. Lo que sorprende no es la memoria histórica, sino que por primera vez tres candidatos justifiquen abiertamente el golpe de 1973 y reivindiquen, en distintos matices, al gobierno de Augusto Pinochet.

Entre ellos destacan dos aspirantes con relación directa a figuras clave de aquella época. José Antonio Kast, hoy segundo en la mayoría de encuestas, tenía apenas 22 años cuando hizo campaña por la continuidad del dictador en el plebiscito de 1988. Su hermano, Miguel Kast, fue ministro, presidente del Banco Central y uno de los economistas de los Chicago Boys que impulsaron las reformas neoliberales del régimen. Para analistas como Simon Escoffier, de la Universidad Católica, Kast es “la expresión política más clara del legado institucional que dejó Jaime Guzmán en la dictadura”.

Evelyn Matthei, cuarta en intención de voto, también carga un vínculo histórico. Su padre, el general Fernando Matthei, integró la Junta Militar y dirigió el Ministerio de Salud durante la dictadura en Chile. Ella defendió públicamente al régimen durante años, protestó por la detención de Pinochet en Londres en 1998 y recibió al exgobernante cuando regresó a Santiago tras su arresto domiciliario. En esta campaña ha moderado y endurecido su postura según el momento, algo que para expertos como Stephanie Alenda muestra una falta de coherencia en su relato.

El tercer candidato que reivindica aquella etapa es Johannes Kaiser, la voz más radical de la nueva extrema derecha. Con 49 años y un ascenso veloz en las encuestas, sostiene sin matices que apoyaría un golpe militar “con todas las consecuencias” y ha prometido homenajes y estatuas en memoria de Pinochet. Su discurso, frontal y provocador, busca captar el voto más duro en un clima en el que la nostalgia por la mano dura ha ganado terreno.

Mientras Kast evita referirse al pasado militar para mantener su campaña enfocada en seguridad y economía, Kaiser hace exactamente lo contrario y convierte la dictadura en Chile en uno de sus principales ejes. Matthei, en cambio, oscila entre justificar el golpe como una “salida inevitable” y, con la misma naturalidad, asegurar que continuará los planes de búsqueda de víctimas de desaparición forzada.

Detrás de estos discursos hay un marco social que los sostiene. Un estudio reciente de la consultora Cadem mostró que Pinochet figura como la tercera figura histórica más admirada del país, solo por detrás de Arturo Prat y Gabriela Mistral, un dato que para expertos como María Olivia Monckeberg evidencia la normalización del legado autoritario.

Este fenómeno no es exclusivo de Chile. Investigadores como Cristóbal Rovira lo enmarcan en una tendencia regional donde discursos nostálgicos, presentes también en Argentina y Brasil, han encontrado un espacio político creciente.

Con un electorado dividido y dos candidatos de ultraderecha con posibilidades reales de pasar a la segunda vuelta, el domingo no solo se votará por un programa de gobierno. También se pondrá a prueba la manera en que el país se relaciona con uno de los capítulos más complejos de su historia reciente.

El Especialito

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