Morirse es la única certeza de la vida, pero hacerlo sin dejar una huella medioambiental significativa no siempre es fácil. En los últimos años han surgido nuevas técnicas funerarias que buscan ofrecer despedidas más sostenibles, reduciendo el impacto ambiental que hoy generan los entierros tradicionales y la cremación. Entre estas alternativas, una destaca por su creciente adopción internacional: la acuamación, también conocida como hidrólisis alcalina.
Este método ya se practica en países como México, Estados Unidos e Irlanda, y recientemente una empresa belga comenzó a ensayarlo por primera vez en Europa continental. La razón es clara: consume menos energía y libera una cantidad considerablemente menor de contaminantes que la cremación con fuego.
Qué es la acuamación y cómo funciona
La acuamación es un proceso químico que utiliza agua, presión y una solución alcalina para descomponer el cuerpo. Aunque puede sonar novedoso, el procedimiento imita lo que ocurriría naturalmente durante mucho más tiempo bajo tierra, solo que acelerado y en condiciones controladas.
Un portavoz de la empresa que realiza las pruebas en Europa explica que se parece a la cremación tradicional en su propósito, pero la diferencia central es evidente. “No usamos fuego, sino agua”, señala.
En la acuamación, el cuerpo se introduce en una cámara de acero inoxidable donde se calienta a unos 160 grados Celsius durante aproximadamente cuatro horas. La combinación de calor, agua y alcalinidad descompone los tejidos de manera suave, sin combustión y con un consumo energético menor.
Al finalizar el proceso, lo que queda son restos óseos que se secan y reducen a un polvo muy similar al de las cenizas de una cremación convencional, además de una solución líquida estéril que no contiene ADN ni materiales contaminantes.
Una práctica que genera debate
Quienes defienden la acuamación sostienen que es una opción respetuosa con el medio ambiente, ya que evita la liberación de gases de efecto invernadero y reduce el uso de combustibles fósiles. También señalan que su huella hídrica es menor de lo que muchos imaginan, pues la mayor parte del agua utilizada puede recircularse en futuros procesos.
Sin embargo, como ocurre con toda innovación funeraria, la técnica genera debates éticos, culturales y legales. Algunos países aún no han actualizado sus normativas, mientras que ciertas comunidades religiosas expresan reservas sobre el uso de procesos químicos para tratar restos humanos.
Aun así, el interés continúa creciendo, impulsado por personas que buscan despedidas ecológicas y por funerarias que quieren ofrecer alternativas más sostenibles.
¿El futuro de los rituales funerarios?
La acuamación plantea preguntas sobre cómo queremos dejar el mundo cuando llegue nuestro momento. Para muchos, esta técnica representa una opción limpia, eficiente y coherente con un estilo de vida consciente con el planeta. Para otros, es simplemente el comienzo de una transformación más amplia en la forma en que la sociedad entiende la muerte y el cuidado del medio ambiente.
Mientras avanza su implementación en distintos países, la acuamación se posiciona como una de las alternativas más prometedoras para un futuro funerario sostenible.












