Un esqueleto de dinosaurio Huayracursor jaguensis de 231 millones de años descubierto en la precordillera riojana, Argentina, ha permitido comprender mejor cómo evolucionaron los primeros dinosaurios hacia los gigantes de cuello largo conocidos como saurópodos. El hallazgo, publicado en la revista Nature, ofrece una de las pruebas más antiguas sobre la transformación anatómica de este grupo de herbívoros.
Los primeros dinosaurios surgieron hace unos 230 millones de años, durante el Triásico Superior, y hasta ahora las principales evidencias de su evolución temprana provenían de las cuencas geológicas Ischigualasto-Villa Unión (Argentina) y Santa Maria (Brasil). Sin embargo, este nuevo yacimiento, ubicado en la Quebrada de Santo Domingo en La Rioja, se encuentra a 3.000 metros de altura, lo que lo convierte en un entorno difícil pero rico en fósiles.
El equipo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) comenzó los trabajos en 2015 y, tras varios intentos fallidos, en 2018 encontró el esqueleto casi completo de este antiguo saurópodo. “Este es solo el comienzo de lo que puede revelar esta unidad geológica, que contiene una abundante fauna fósil”, explicó Agustín Martinelli, uno de los investigadores principales.
Un hallazgo clave en la evolución de los saurópodos
El Huayracursor jaguensis, nombre que rinde homenaje al viento (“huayra” en quechua) y al pueblo de Jagüé, cercano al sitio del hallazgo, pesaba alrededor de 18 kilos y medía 1,5 metros de largo, lo que lo convierte en un ejemplar más grande que los saurópodos primitivos conocidos.
Aunque su cuello era más corto que el de sus descendientes, sus vértebras cervicales ya mostraban los primeros indicios del alargamiento característico de los saurópodos gigantes que dominaron el Cretácico, como el Argentinosaurus y el Patagotitan, que alcanzaron longitudes de hasta 40 metros y pesos de 20 toneladas.
Los investigadores clasificaron al Huayracursor jaguensis dentro del grupo Bagualasauria, un linaje que prosperó en Sudamérica durante el Triásico y que marca un punto intermedio entre los primeros dinosaurios y los colosales saurópodos posteriores.
Además del esqueleto, el yacimiento también contiene restos de rincosaurios, cinodontos traversodontidos y etosaurios, especies típicas del Triásico superior que ayudan a reconstruir la diversidad ecológica de la región.
Pese a la importancia del descubrimiento, los científicos advirtieron que la investigación enfrenta dificultades debido a la falta de financiación estatal, lo que amenaza la continuidad de los estudios paleontológicos en la zona.