Las cenas abundantes, los brindis repetidos y los postres que parecen no tener fin forman parte del ritual de fin de año. Sin embargo, los excesos navideños no pasan desapercibidos para el cuerpo. Aunque duren pocos días, pueden generar efectos claros en órganos clave y alterar parámetros importantes de la salud.
Durante las fiestas, el consumo elevado de grasas, azúcares y alcohol suele concentrarse en un corto periodo de tiempo. El organismo intenta adaptarse, pero no siempre lo logra sin consecuencias, sobre todo en personas con enfermedades previas o hábitos poco equilibrados.
El hígado, en primera línea
El hígado es uno de los órganos que más trabaja durante los excesos navideños. Procesa el alcohol, metaboliza las grasas y regula el azúcar en sangre. Cuando la ingesta alcohólica aumenta, el hígado prioriza su eliminación y deja en segundo plano otras funciones. Esto favorece la acumulación de grasa hepática y eleva las enzimas hepáticas, aunque sea de forma transitoria.
En personas con hígado graso o antecedentes de daño hepático, estos días pueden agravar la inflamación y provocar malestar, cansancio y digestiones más pesadas.
Picos de azúcar en sangre
Los dulces, bebidas azucaradas y postres tradicionales provocan subidas rápidas de glucosa. En personas sanas, el cuerpo responde liberando más insulina. El problema aparece cuando estos picos se repiten varias veces al día. En quienes tienen diabetes o resistencia a la insulina, los excesos navideños pueden descontrolar los niveles de azúcar y requerir ajustes en la medicación.
Incluso en personas sin diagnóstico, estos cambios bruscos pueden generar somnolencia, hambre constante y sensación de fatiga.
Presión arterial y retención de líquidos
Las comidas copiosas suelen ser ricas en sal. Esto favorece la retención de líquidos y puede elevar la presión arterial. El alcohol también influye, ya que inicialmente dilata los vasos sanguíneos, pero luego puede provocar un efecto rebote.
Quienes padecen hipertensión pueden notar hinchazón, dolor de cabeza o palpitaciones tras varios días de excesos navideños.
El impacto de las fiestas no depende solo de lo que se come, sino de la frecuencia y la cantidad. Volver gradualmente a hábitos más equilibrados ayuda al cuerpo a recuperarse. Las celebraciones pasan rápido, pero el organismo agradece cuando se le da un respiro después.









