Dormir bien no es un lujo, es una necesidad biológica. Para mantener un estilo de vida saludable, proteger la salud mental, conservar la función cognitiva y reducir el riesgo de enfermedades cardíacas y diabetes, los especialistas coinciden en que los adultos deben dormir entre siete y nueve horas cada noche. Sin embargo, lograrlo se ha convertido en un desafío global.
Un informe reciente sobre patrones de sueño revela que una de cada tres personas en el mundo no duerme lo suficiente ni con buena calidad, un problema que ya se reconoce como una amenaza creciente para la salud pública.
La importancia del sueño reparador
Mientras dormimos, el cerebro y el cuerpo realizan tareas que no pueden hacerse durante la vigilia. El sueño profundo ayuda a consolidar recuerdos, regular emociones, restaurar tejidos, equilibrar hormonas y fortalecer el sistema inmunológico.
Dormir poco o dormir mal altera estos procesos y puede generar consecuencias de largo alcance: irritabilidad, falta de concentración, aumento del apetito, presión arterial elevada, mayor riesgo de ansiedad, problemas metabólicos y deterioro cognitivo.
Los expertos subrayan que el sueño es tan importante como la alimentación o la actividad física para mantener una buena salud.
La magnitud del problema
De acuerdo con datos globales sobre hábitos de descanso, el 32,8 por ciento de los adultos no duerme lo suficiente, lo que significa que casi un tercio de la población está viviendo con privación de sueño.
Esta cifra refleja un estilo de vida marcado por el estrés, el uso prolongado de dispositivos electrónicos, horarios laborales irregulares y hábitos nocturnos que interfieren con el reloj interno del cuerpo.
Dormir menos de siete horas por noche se asocia con un mayor riesgo de:
- enfermedades cardiovasculares
- diabetes tipo 2
- trastornos del estado de ánimo
- accidentes de tráfico y laborales
- debilidad del sistema inmune
- deterioro de la memoria y la atención
Cómo mejorar la higiene del sueño
Los especialistas recomiendan crear rutinas consistentes que ayuden al cuerpo a prepararse para descansar, entre ellas:
- Acostarse y despertarse a la misma hora todos los días.
- Limitar el uso de pantallas antes de dormir.
- Mantener la habitación fresca, oscura y silenciosa.
- Evitar comidas copiosas, cafeína y alcohol por la noche.
- Crear rituales relajantes como leer, estirarse o respirar profundamente.
Dormir bien es un hábito que requiere intención y disciplina, pero sus beneficios se sienten en cada aspecto de la vida.











