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Un estudio revela por qué los infartos nocturnos causan menos daño al corazón

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Protección contra oclusiones de los vasos sanguíneos en animales con anemia falciforme tras el tratamiento con inhibidores del reloj circadiano. Las paredes de los vasos aparecen como líneas blancas, los neutrófilos en amarillo y eritrocitos atrapados por los neutrófilos en rojo. Fotografía facilitada por el CNIC/ Lidiane Torres.

Los infartos que ocurren durante la noche tienden a ser menos graves que los que se producen durante el día, y la explicación está en el comportamiento de los neutrófilos, un tipo de glóbulo blanco cuya agresividad varía según la hora. Así lo concluye una investigación del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) de España, publicada esta semana en la revista científica Journal of Experimental Medicine.

El estudio, liderado por el investigador Andrés Hidalgo, demuestra que los neutrófilos cuentan con un reloj interno que regula su nivel de actividad a lo largo del día. Ese reloj circadiano influye directamente en el daño que estos glóbulos blancos pueden causar al tejido cardíaco tras un ataque al corazón.

El sistema inmunológico también sigue un reloj

El sistema inmunológico humano está diseñado para proteger al organismo frente a infecciones. Como los seres humanos somos activos principalmente durante el día, el cuerpo ajusta sus defensas para que sean más intensas en ese periodo, cuando la exposición a patógenos es mayor.

Sin embargo, esa respuesta defensiva elevada tiene un efecto secundario: en determinadas circunstancias, como un infarto, puede volverse perjudicial. Investigaciones previas ya habían establecido que hasta la mitad del daño cardíaco posterior a un infarto no lo causa la falta de oxígeno, sino la reacción inflamatoria provocada por los neutrófilos.

El nuevo estudio confirma que esa respuesta inflamatoria no es constante, sino que fluctúa a lo largo del día. Durante la noche, los neutrófilos adoptan un comportamiento menos agresivo, lo que limita el daño al corazón.

Evidencia clínica y experimental

Para llegar a estas conclusiones, el equipo analizó datos de miles de pacientes atendidos en el Hospital 12 de Octubre de Madrid. Los resultados mostraron que los infartos sufridos durante la noche se asocian con una menor actividad dañina de los neutrófilos y, por tanto, con lesiones cardíacas menos severas.

Además, los investigadores desarrollaron una estrategia farmacológica en modelos experimentales para bloquear el reloj molecular de los neutrófilos. El objetivo fue mantenerlos en un estado similar al nocturno incluso durante el día, reduciendo así su potencial inflamatorio durante un infarto.

“El compuesto imita un factor que el cuerpo produce principalmente por la noche y que, en cierto modo, engaña a los neutrófilos para que se comporten como si fuera de noche”, explicó Hidalgo.

La primera autora del estudio, Alejandra Aroca-Crevillén, detalló que durante la noche los neutrófilos se desplazan con mayor precisión hacia la zona dañada, sin afectar al tejido sano. En cambio, durante el día pierden esa direccionalidad y provocan un daño colateral mayor.

Nuevas terapias basadas en el tiempo biológico

Los autores destacan que este trabajo es uno de los primeros en aprovechar los ritmos circadianos del sistema inmunológico para modular la inflamación sin debilitar la capacidad del cuerpo para combatir infecciones.

De hecho, el bloqueo del reloj circadiano de los neutrófilos no solo protegió el corazón en los modelos estudiados, sino que también mejoró la respuesta frente a ciertos microorganismos y redujo complicaciones asociadas a enfermedades como la anemia falciforme.

Los investigadores consideran que estos hallazgos abren la puerta al desarrollo de nuevas terapias basadas en la cronobiología, con el objetivo de reducir el daño inflamatorio en el corazón y otros órganos sin comprometer las defensas naturales del organismo.

El Especialito

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