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Decir groserías puede aliviar el dolor: lo que revela la ciencia

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Autor de foto: David Pereiras Villagra Foto cortesia: Dreamstime.com

Un estudio reciente revisa cómo el acto de decir groserías puede tener un efecto real en la tolerancia al dolor. La palabra clave de este artículo, “decir groserías”, aparece desde el primer párrafo y se aborda varias veces a lo largo del texto.

La investigación sobre decir groserías indica que cuando una persona pronuncia una expresión fuerte durante una lesión leve, puede aumentar su resistencia al dolor de forma significativa. Este hallazgo ha captado la atención de neurólogos, psicólogos y especialistas en el manejo del dolor.

Qué muestran los estudios

En experimentos controlados, los participantes mantenían la mano en agua helada mientras repetían una grosería o una palabra neutral. Los resultados mostraron que quienes usaron groserías aguantaron más tiempo y percibieron menos dolor. Otro análisis reciente confirmó que decir groserías produce lo que los científicos llaman “hipoalgesia”: la reducción de la sensación dolorosa.

Se cree que decir groserías activa el sistema nervioso simpático, provocando un aumento leve de adrenalina, lo que ayuda al cuerpo a soportar mejor la incomodidad. También podría funcionar como distracción emocional y psicológica, permitiendo que la persona sienta el dolor, pero lo tolere con mayor control.

¿Por qué funciona decir groserías?

Una de las razones es que la grosería tiene carga emocional y social. No es lo mismo repetir cualquier palabra que una expresión con impacto. Esa carga emocional hace que el cerebro interprete la situación como “urgente” o “relevante”, activando los mecanismos biológicos de defensa.

Además, decir groserías puede liberar parte de la tensión acumulada y permitir que la persona gestione mejor la angustia o el estrés físico. Este efecto es aún más fuerte cuando quien las pronuncia no lo hace con frecuencia, ya que el impacto emocional es más alto.

Consideraciones para tu salud

Aunque el efecto de decir groserías es real, no significa que sea un sustituto de tratamientos médicos, analgésicos o cuidados profesionales. En casos de dolor crónico o enfermedad, siempre es necesario consultar con un médico. Decir groserías puede reducir la sensación de dolor de manera momentánea, pero no resuelve la causa.

Ser consciente de este hallazgo ofrece una herramienta más para afrontar el dolor. También demuestra que incluso un acto cotidiano como decir groserías puede tener una función fisiológica positiva cuando se usa en el contexto adecuado.

Este descubrimiento desafía la idea de que decir groserías es solo una mala costumbre. La ciencia sugiere que, a veces, liberar una expresión fuerte puede ser más terapéutico de lo que imaginamos.

El Especialito

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