La pasta carbonara es un clásico italiano que conquista por su cremosidad y sencillez. Pero cuando le añadimos harissa, la pasta se transforma en un plato vibrante, con un toque picante y ahumado que despierta los sentidos. Esta receta es ideal para quienes quieren mantener lo reconfortante de la carbonara, pero con un giro atrevido que sorprenda en la mesa.
Ingredientes (4 porciones)
- 400 g de pasta larga (spaghetti o linguini)
- 150 g de panceta o guanciale, cortada en cubos
- 3 yemas de huevo
- 1 huevo entero
- 60 g de queso pecorino romano, rallado
- 1 cucharada de pasta de harissa (ajustar al gusto)
- Sal y pimienta negra recién molida, al gusto
- 1 cucharada de aceite de oliva
Preparación
- Cocer la pasta
Cocina la pasta en una olla con abundante agua con sal, siguiendo el tiempo indicado en el paquete. Reserva una taza del agua de cocción antes de escurrirla. - Preparar la base de la salsa
En un bol grande, bate las yemas y el huevo entero junto con el queso pecorino rallado, la pasta de harissa, sal y bastante pimienta negra. Mezcla hasta que la salsa esté homogénea. - Cocinar la panceta
En una sartén grande, calienta el aceite de oliva a fuego medio. Añade la panceta y cocina hasta que esté crujiente y dorada. Retira la sartén del fuego para que se enfríe ligeramente. - Mezclar todo
Incorpora la pasta caliente a la sartén con la panceta. Remueve para que se impregne de la grasa. Añade la mezcla de huevo y queso, removiendo rápidamente para que el calor de la pasta cocine el huevo sin que se cuaje. Si la salsa queda muy espesa, añade un poco del agua de cocción reservada. - Servir
Sirve inmediatamente, espolvoreando con más queso pecorino y un toque extra de pimienta negra.
Probar esta harissa carbonara es una forma sencilla de salir de la rutina y darle a un clásico un carácter audaz. El contraste entre la cremosidad de la salsa y el picante profundo de la harissa crea una experiencia que invita a repetir bocado. Perfecta para una cena especial o para sorprender a los amantes de la pasta, esta receta demuestra que un pequeño cambio puede transformar por completo un plato tradicional.
