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El primer árbol de Navidad y por qué fue un símbolo polémico

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Ricardo Reitmeyer | Dreamstime.com

Hoy parece imposible imaginar la Navidad sin un árbol decorado, pero el primer árbol de Navidad no fue recibido con alegría ni consenso. De hecho, durante siglos fue visto como un símbolo peligroso, pagano y hasta herético. Su historia revela que una de las tradiciones más queridas del mundo comenzó envuelta en polémica y rechazo.

El origen del primer árbol de Navidad se remonta a la Europa del norte, especialmente a regiones de la actual Alemania, entre los siglos XVI y XVII. Allí, comunidades cristianas comenzaron a llevar árboles de hoja perenne al interior de sus casas durante el invierno. Para ellos, el árbol representaba vida en medio de la muerte estacional. Sin embargo, esta práctica tenía raíces mucho más antiguas, ligadas a rituales paganos del solsticio de invierno.

Ese fue el primer problema. Para muchas autoridades religiosas, el árbol recordaba demasiado a los cultos precristianos que veneraban la naturaleza. En algunos sermones, se denunciaba el uso del árbol como una idolatría encubierta. En Inglaterra, durante el siglo XVII, los puritanos llegaron a prohibir no solo los árboles navideños, sino casi toda celebración de la Navidad, por considerarla una desviación moral.

Incluso dentro del cristianismo, el primer árbol de Navidad generó divisiones. Algunos lo defendían como una herramienta pedagógica. Se colgaban manzanas para representar el pecado original y velas como símbolo de Cristo como luz del mundo. Otros veían esto como una excusa peligrosa para introducir símbolos no bíblicos en el hogar.

La polémica se intensificó cuando la tradición cruzó fronteras. En Estados Unidos, los primeros árboles navideños, introducidos por inmigrantes alemanes en el siglo XIX, fueron ridiculizados por la prensa. Se les calificó de extravagantes y ajenos a la identidad cristiana americana. No fue hasta que figuras públicas comenzaron a adoptarlos que la percepción cambió.

Uno de los momentos clave ocurrió cuando la reina Victoria y el príncipe Alberto aparecieron retratados junto a un árbol decorado en el Palacio de Windsor. La imagen se difundió rápidamente y ayudó a normalizar la costumbre en el mundo anglosajón. Lo que antes era visto como sospechoso pasó a considerarse elegante y familiar.

La historia del primer árbol de Navidad demuestra que las tradiciones no nacen puras ni aceptadas. Muchas sobreviven precisamente porque incomodan antes de ser adoptadas. El árbol que hoy simboliza unión y celebración fue, durante siglos, una declaración controvertida. Y quizá por eso sigue siendo tan poderoso.

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