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Wicked: Parte II llega con un final nada feliz y una mirada más profunda al mundo de Oz

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Las actrices protagonistas de Wicked, Cynthia Erivo y Ariana Grande junto al director de la película, Jon M. Chu en el preestreno de 'Wicked: Parte II', en Londres. EFE/EPA/NEIL HALL

La magia de Oz vuelve a los cines con fuerza. Wicked: Parte II, una de las producciones más esperadas del año, llega este viernes a las salas con la promesa de cerrar la historia de las brujas Elphaba y Glinda desde una mirada más madura y menos luminosa. Su director, Jon M. Chu, asegura que el desenlace nunca estuvo pensado como un final feliz, sino como una invitación a enfrentar lo desconocido desde la identidad propia.

El cineasta explica que, aunque se consideraron alternativas, la esencia de la historia siempre apuntó a un cierre que evitara el típico vivieron felices para siempre. El objetivo, sostiene, era explorar el valor de asumir quién eres incluso cuando el camino te lleva lejos de lo cómodo. Esa tensión marca el tono de la nueva entrega, filmada al mismo tiempo que la primera parte estrenada en 2024.

La cinta, protagonizada por Cynthia Erivo y Ariana Grande, llega rodeada de gran expectación. La preventa en Estados Unidos ya superó cualquier récord previo en el género, adelantando el impacto comercial que podría lograr en su primer fin de semana.

Chu señala que esta segunda parte entra de lleno en los matices que no podían abordarse en la primera entrega. Mientras la versión inicial se centraba en la amistad juvenil de ambas protagonistas y su tránsito hacia la adultez, la secuela muestra a una Elphaba en plena expansión de poder, dispuesta a defender la libertad y denunciar las mentiras del Mago, incluso si eso la condena al exilio.

Glinda vive el camino contrario. Convertida en un símbolo de bondad pública, crece bajo la influencia de Madame Morrible, mientras se prepara para su matrimonio con el príncipe Fiyero. La distancia entre ambas antiguas amigas es ahora la columna vertebral del relato.

El director detalla que recurrieron a múltiples géneros como referencia. La primera parte tenía un aire de drama adolescente y en esta entrega se asoman elementos de historias de monstruos y superhéroes. Romper clichés cinematográficos fue parte del plan desde el inicio.

Uno de los ejes centrales de la película es la manipulación de la verdad. Para mostrar cómo se construyen villanos desde la mirada pública, Chu recupera símbolos inspirados en la propaganda de guerras del siglo pasado. En este caso, la demonización recae en Elphaba, convertida en amenaza por quienes desean preservar el poder a cualquier costo.

Aunque el director evita señalar paralelos directos, reconoce que historias como esta siempre dialogan con el presente. La obra toca temas que van desde la xenofobia hasta la desinformación, porque las grandes narraciones, explica, siempre reflejan lo que vive la sociedad en su tiempo.

La inclusión también forma parte del espíritu de Wicked. Chu dice que hablar de diferencias, de identidad y de valentía para expresar el amor sin miedo, conecta de inmediato con la comunidad LGTBIQ+. La obra, afirma, celebra la diversidad y defiende la idea de que el amor no necesita permiso para existir.

Wicked: Parte II llega así como un cierre emocional, político y visual para una historia que lleva décadas conquistando a millones. Una conclusión que no busca ser feliz, pero sí honesta con los personajes y con el mundo que habitan.

El Especialito

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