La idea de un niño criado por lobos suena como un cuento fantástico, pero en la historia existen casos documentados de lo que se conoce como niños ferales. Son menores que, por abandono o tragedias, crecieron aislados de la sociedad y en contacto con animales salvajes. Sus vidas se convirtieron en leyenda porque parecían demostrar que un ser humano podía perder sus rasgos culturales y acercarse más a lo animal que a lo humano.
Uno de los casos más famosos ocurrió en la India en 1920, cuando dos niñas, Kamala y Amala, fueron encontradas viviendo en una cueva junto a una manada de lobos. Según el misionero que las acogió, caminaban en cuatro patas, aullaban de noche y mostraban rechazo a la comida cocinada. Aunque algunos historiadores han cuestionado la veracidad de la historia, se convirtió en uno de los relatos más citados sobre niños ferales.
Otros casos tienen registros más sólidos. En Francia del siglo XVIII se descubrió a Víctor de Aveyron, un niño que había crecido solo en los bosques. No hablaba y apenas reaccionaba a la presencia de humanos. Su historia inspiró estudios sobre la naturaleza del lenguaje y la educación. También en Ucrania, en los años 90, se encontró a Oxana Malaya, una niña que había vivido gran parte de su infancia entre perros en un patio trasero. Al rescatarla, imitaba los ladridos, se movía en cuatro patas y tenía serias dificultades para integrarse a la sociedad.
Lo que todas estas historias muestran es que el ser humano depende profundamente de la convivencia para desarrollar el lenguaje, la empatía y la conducta social. Sin esa interacción, los niños ferales parecen perder lo que consideramos “lo humano”, y adaptarse a los animales que los rodean. Aunque muchas de estas historias se envuelven en misterio y mito, siguen siendo un recordatorio de cuán frágil es la frontera entre lo civilizado y lo salvaje.
Los niños criados por lobos no son solo una curiosidad histórica. Son un espejo inquietante de nuestra naturaleza y de lo que sucede cuando la sociedad desaparece del mapa de un ser humano en crecimiento. Entre la tragedia y la fascinación, estas historias han alimentado mitos, películas y debates que aún hoy nos sorprenden por lo insólitas que resultan.