El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, afirmó este miércoles en su tradicional mensaje de Navidad que el país salió fortalecido de uno de los mayores desafíos políticos y económicos de los últimos años: el conflicto comercial y diplomático desatado por el “tarifazo” impuesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
En un discurso transmitido por la red nacional de radio y televisión, Lula sostuvo que la democracia brasileña “salió victoriosa” tras un episodio que calificó como “inédito” y que puso a prueba la capacidad del país para defender su soberanía sin renunciar al diálogo.
“Mostramos a Brasil y al mundo que somos partidarios del diálogo y de la fraternidad, y que no rehuimos la lucha. Apostamos por la diplomacia, protegimos nuestras empresas y evitamos despidos”, afirmó el mandatario.
Un año difícil, con balance positivo
Durante poco más de seis minutos, Lula reconoció que 2025 fue un año complejo para su Gobierno, pero aseguró que el balance final fue favorable. “Al final, todos los que estuvieron o jugaron contra Brasil acabaron perdiendo”, dijo, en una clara referencia a las tensiones con Washington.
El presidente, que planea presentarse a la reelección en 2026, repasó algunos de los principales logros de su gestión, entre ellos la salida de Brasil del mapa del hambre de la ONU, la exención del impuesto sobre la renta para las familias de menores ingresos y la tasa de desempleo más baja de la historia del país, situada en el 5,4 por ciento.
También destacó la celebración de la COP30 en Belém, que calificó como “exitosa”, y subrayó el papel de Brasil en la agenda climática internacional.
El conflicto con Estados Unidos
Lula dedicó una parte central de su mensaje a recordar la crisis bilateral con Estados Unidos, que estalló a mediados de año cuando Trump anunció aranceles del 50 por ciento a las importaciones brasileñas.
Washington justificó la medida como represalia por la condena de 27 años de prisión impuesta al expresidente Jair Bolsonaro, aliado político de Trump, por intento de golpe de Estado. La ofensiva incluyó además investigaciones comerciales contra Brasil, sanciones al juez Alexandre de Moraes y la revocación de visados a altos funcionarios brasileños.
El escenario comenzó a cambiar en septiembre, tras un encuentro informal entre Lula y Trump en la Asamblea General de la ONU. Desde entonces, ambos líderes mantuvieron conversaciones telefónicas y se reunieron en persona el 26 de octubre en Kuala Lumpur.
Como resultado de esas negociaciones, aún en curso, Estados Unidos redujo o eliminó parte de los aranceles y retiró las sanciones contra el magistrado que supervisó el caso Bolsonaro.
“Negociamos el fin del tarifazo y ahora, en diciembre, superamos la marca de 500 nuevos mercados para nuestros productos. Nuestra soberanía y nuestra democracia salieron vencedoras y el pueblo brasileño venció”, aseguró Lula.
Violencia de género y agenda social
Más allá del plano internacional, el presidente abordó uno de los problemas sociales más graves del país: la violencia contra las mujeres. Lula condenó el aumento de estos casos y se comprometió a liderar “un gran esfuerzo nacional” para erradicar esta lacra, con la participación del Gobierno, las instituciones y la sociedad civil.
En un llamado directo, pidió a los hombres asumir un “compromiso del alma” para convertirse en aliados activos en la lucha contra la violencia machista.
Finalmente, Lula reiteró su apoyo a la reducción de la jornada laboral sin recorte salarial, una propuesta que actualmente se debate en el Parlamento, dominado por fuerzas conservadoras, y que promete ser uno de los ejes del debate político en 2026.









