La baja competencia en los mercados se ha convertido en uno de los principales obstáculos para el desarrollo económico de América Latina y el Caribe, de acuerdo con un estudio publicado esta semana por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El informe advierte que reducir la concentración empresarial, disminuir la fragmentación de los mercados y fortalecer los marcos regulatorios es clave para impulsar el crecimiento y reducir la desigualdad en la región.
“Si América Latina tuviera niveles de competencia similares a los de las economías avanzadas, el PIB per cápita podría ser alrededor de un 11 % más alto y la desigualdad disminuiría”, explicó el economista líder del Departamento de Investigación del BID, Matías Busso, durante la presentación del informe.
Busso, uno de los autores del estudio, señaló que la competencia en los mercados latinoamericanos es “sistemáticamente débil” y que el grado de concentración empresarial es aproximadamente cuatro veces mayor que en países desarrollados.
Mercados concentrados y baja productividad
El estudio es el resultado de más de dos años de investigación y dio lugar a CompeteLAC, la primera base de datos regional con indicadores comparables de competencia. Los datos confirman que la escasa competencia está estrechamente ligada a la informalidad, la baja productividad y la limitada inversión en innovación.
En América Latina y el Caribe, el gasto en investigación y desarrollo representa apenas el 0,26 % de las ventas, frente al 1,03 % registrado en la Unión Europea. Además, cerca del 95 % de los empleadores tienen menos de cinco trabajadores y concentran el 57 % del empleo total. En contraste, las empresas grandes, con más de 50 empleados, representan solo el 1 % del total, aunque generan alrededor del 20 % de los puestos de trabajo.
Precios altos y salarios más bajos
La falta de competencia también impacta directamente en el bolsillo de consumidores y trabajadores. El estudio revela que los sobreprecios de bienes y servicios en la región son, en promedio, del 35 % sobre el costo, frente al 20 % observado en mercados más competitivos.
En términos laborales, los trabajadores latinoamericanos reciben en promedio solo la mitad del valor que generan, mientras que en Estados Unidos esa proporción alcanza el 65 % y en otras economías avanzadas llega hasta el 81 %.
Sectores como el de telecomunicaciones y el bancario muestran con claridad los efectos de la concentración: tarifas persistentemente más altas para los usuarios y mayores costos de financiamiento para los clientes del sistema financiero.
Tres prioridades para mejorar la competencia
El informe del BID plantea tres líneas de acción principales. La primera es reducir la fragmentación de los mercados mediante una mejor infraestructura, armonización regulatoria, interoperabilidad de sistemas y procesos fronterizos más ágiles.
La segunda prioridad es corregir fallas regulatorias que favorecen de manera desproporcionada a los pequeños empleadores y limitan el crecimiento empresarial. Por último, el BID recomienda fortalecer las agencias de defensa de la competencia y ampliar sus facultades legales para combatir prácticas anticompetitivas.
Según el estudio, una mayor competencia puede reducir la desigualdad en casi un 6 %, aumentar los ingresos fiscales en más de un 2 % y elevar la facturación del sector formal en más de un 4 %.
“La competencia en los mercados es un motor central del desarrollo”, concluye el informe.










