La persecución de supuestas brujas en Massachusetts en 1692 marcó uno de los episodios más oscuros de la historia colonial. Pero detrás del miedo, la religión y la histeria social, existe una hipótesis científica que ha ganado atención durante décadas: la posibilidad de que el pan de centeno contaminado haya contribuido al caos. La teoría del ergotismo plantea que ciertas toxinas presentes en el hongo Claviceps purpurea podrían haber provocado los síntomas que llevaron a las acusaciones. Y así nació el vínculo entre el centeno y los juicios de Salem.
En esa época, el centeno era un alimento básico en la Nueva Inglaterra rural. Sin refrigeración y con técnicas agrícolas limitadas, los cultivos eran vulnerables a la humedad y a los hongos. El Claviceps purpurea produce sustancias químicas conocidas como alcaloides del cornezuelo, responsables de convulsiones, alucinaciones, entumecimiento y sensaciones de ardor en las extremidades. Estos efectos se parecían, de forma inquietante, a los síntomas que los vecinos de Salem atribuían a “posesiones” o “maleficios”.
Quienes defienden esta teoría señalan que las primeras acusadoras vivían en zonas más húmedas, donde el centeno contaminado era más probable. Las descripciones de ataques nerviosos, gritos incontrolables y visiones extrañas coinciden con casos documentados de intoxicación por cornezuelo en Europa. Desde esta perspectiva, el vínculo entre el centeno y los juicios de Salem adquiere un matiz científico que complementa —sin reemplazar— las explicaciones sociales, religiosas y políticas.
Sin embargo, no todos los historiadores aceptan esta hipótesis. Algunos argumentan que la distribución geográfica de los síntomas no coincide del todo con las zonas de cultivo. Otros señalan que la histeria colectiva, las tensiones familiares y los conflictos económicos de la comunidad pueden explicar mejor lo ocurrido. Aun así, la teoría del cornezuelo sigue siendo una de las más fascinantes para quienes buscan una explicación biológica a un fenómeno que cambió la historia.
Más allá de la controversia, la relación entre el centeno y los juicios de Salem revela algo esencial: cómo la ignorancia científica puede amplificar el miedo. En una época sin conocimiento de toxinas ni contaminaciones alimentarias, un hongo invisible pudo haber encendido una chispa que la sociedad colonial convirtió en cacería de brujas.
Los juicios de Salem continúan siendo un espejo del pánico humano. Y si el pan de cada día jugó un papel en aquella tragedia, la historia se vuelve aún más inquietante, recordándonos que a veces los monstruos no son sobrenaturales, sino químicos y cotidianos.











