La moda vuelve a mirar atrás, pero sin nostalgia ingenua. En lugar de una revolución radical, la industria apuesta por una contrarrevolución silenciosa, donde los cambios se concentran en los detalles y no en la ruptura. Bolsos, cinturones, zapatos y joyas han dejado de ser secundarios para convertirse en el verdadero eje del estilo.
Los complementos ya no acompañan el look, lo definen.
“Cada vez invertimos más en ellos porque permiten que una misma prenda se vea diferente sin gastar demasiado dinero”, explica a EFE Valentina Suárez-Zuloaga, CEO de la plataforma Es Fascinante y directora creativa de MBFWMadrid.
Esta estrategia no es casual. Las grandes casas de moda la han adoptado como puerta de entrada para nuevos clientes. A través de accesorios más accesibles, las firmas establecen el primer vínculo con el consumidor, incluso cuando las prendas principales mantienen un perfil sobrio.
“Hay una tendencia clara a pensar que lo que funcionó hace 50 o 60 años sigue funcionando hoy”, resume Suárez-Zuloaga.
Menos experimentación, más renovación
Las colecciones primavera-verano 2026 confirman esa idea. Tras meses de movimientos sísmicos con cambios de directores creativos en Dior, Loewe, Chanel o Versace, el resultado no ha sido una ruptura, sino una revisión medida de los archivos.
Las pasarelas recuperan chaquetas estructuradas con hombreras, faldas asimétricas, cinturas bajas y una paleta dominada por tonos intensos como amarillo y rosa, junto al Cloud Dancer, el blanco neutro elegido por Pantone como color del año.
Chanel destacó por una propuesta sin un hilo estético rígido, apostando por mezclas poco convencionales y una gama cromática pensada para mujeres de todas las edades. Una moda más inclusiva, menos dogmática.
Clásicos reinterpretados
La recuperación de archivos responde a una necesidad clara: ofrecer prendas versátiles y funcionales para una mujer más polifacética.
Los bloomers, pantalones ultracortos y abullonados que se popularizaron en el siglo XIX, siguen ganando terreno tras varias temporadas, con Prada como uno de sus principales impulsores. En el denim, regresan las perneras anchas, los cortes tipo jogging y la cintura baja, una tendencia que también se traslada a las faldas.
Dolce & Gabbana y Alberta Ferretti apuestan por cinturones finos que ajustan y decoran al mismo tiempo, mientras que en Loewe, bajo la nueva dirección de Jack McCollough y Lázaro Hernández, los pantalones ganan volumen y comodidad, combinados con minifaldas y colores vibrantes como el amarillo y el naranja.
Naturaleza, flecos y animal print
Los estampados de mariposas y referencias naturales dominan las propuestas de Fendi, mientras que el animal print se mantiene como un clásico resistente al paso del tiempo, aunque más matizado, en firmas como Alaïa.
Los flecos aportan movimiento y teatralidad. Elisabetta Franchi los utiliza para alargar visualmente las faldas, Michael Kors y Bottega Veneta los integran en bolsos, y Givenchy los traslada al calzado como elemento decorativo.
El bolso como pieza central
Si algo confirma esta temporada es que el bolso es imprescindible. Max Mara actualiza su icónico modelo Whitney, Fendi lanza una colección cápsula ligada a escenarios de la serie Emily in Paris, y Loewe celebra el décimo aniversario del Hammock Flip con un nuevo lanzamiento.
La moda no busca reinventarse desde cero. Prefiere ajustar, pulir y revalorizar lo que ya existe. En 2026, el mensaje es claro: los accesorios mandan y los clásicos, bien reinterpretados, siguen siendo la apuesta más segura.










