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Jana Maradona habla de su relación y del juicio por la muerte de Diego

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La hija de Diego Armando Maradona, Jana Maradona, posa durante una entrevista con EFE el 10 de diciembre de 2025 en Buenos Aires (Argentina). EFE/ Juan Ignacio Roncoroni

Jana Maradona, la hija que Diego Armando Maradona reconoció públicamente en 2014, resume su historia con una frase tan cruda como honesta: “Toda mi vida estuve en juicio con mi papá”. Desde los reclamos por filiación hasta el proceso judicial contra los médicos que atendieron al astro antes de su muerte, su vínculo con Diego estuvo atravesado por la Justicia, pero también por encuentros intensos, afecto tardío y heridas abiertas.

Jana creció en Ingeniero Adolfo Sourdeaux, un barrio humilde en las afueras de Buenos Aires. Nunca pasó necesidades, pero tampoco conoció el mundo de lujos que rodeaba a su padre. Desde chica supo que era hija de Maradona. Su madre, Valeria Sabalain, inició el juicio de filiación poco después de su nacimiento en 1996. En 1999, la Justicia le otorgó el apellido tras varias ausencias de Diego a las pruebas de ADN.

A ese proceso le siguieron juicios por la actualización de la cuota alimentaria. “Toda mi vida estuve en juicio con mi papá”, repite Jana, sin dramatismo, como un dato de su biografía.

Durante su infancia, veía a Diego por televisión, pero no dimensionaba su impacto mundial. “No sabía lo importante que era. Mi entorno me protegía. Si era tan grande, pensaba, me conocería”, recuerda.

A los 14 años, tras la muerte repentina de un tío, decidió que necesitaba mirarlo a los ojos al menos una vez. Después de muchos intentos fallidos, en 2014 se presentó como “la hija de Maradona” en un gimnasio donde él entrenaba. Diego abrazó primero a su madre, le pidió perdón, y luego hizo lo mismo con ella.

“Puede parecer algo chico, pero el perdón fue lo que me dio el vínculo con mi papá”, cuenta. Poco después, Diego la reconoció públicamente y se tatuó su nombre.

Durante los seis años que compartieron, Jana vivió lo que define como una relación intensa, acelerada y emocional. “Fueron seis años maradonianos, equivalen a cien”, dice. Bailaban, cantaban, se reían. “Qué hombre increíble mi papá”, resume.

Sobre el reconocimiento de otros hijos, Jana cree que Diego Fernando, el hijo que Maradona tuvo con Verónica Ojeda en 2013, fue clave para sensibilizarlo. En 2016, Diego también reconoció públicamente a Diego Junior, con quien Jana mantiene un vínculo cercano y familiar.

A Dalma y Gianinna Maradona las conoció en el velatorio de su abuelo. El primer encuentro no fue bueno, aunque con Gianinna logró cierta cercanía durante los últimos días de vida de su padre en 2020.

Tras la muerte de Maradona, el 25 de noviembre de ese año, la Fiscalía abrió una convocatoria para posibles hijos no reconocidos, una decisión que Jana apoya. “Por mi identidad, siempre acompaño las dudas”, afirma.

Tres días después del fallecimiento, recibió una llamada de un fiscal que le dijo que a su padre “lo habían matado”. El 11 de marzo de 2025 comenzó el juicio contra los siete profesionales de la salud que lo atendieron en sus últimos días.

Durante más de 40 audiencias, se revelaron graves carencias en la atención médica domiciliaria. “Les faltó humanidad”, dice Jana. “Me rompe el alma pensar que mi papá, que los defendía y los amaba, fue traicionado por plata”.

El proceso fue anulado el 29 de mayo al descubrirse que una jueza participaba en un documental sobre el caso. A la espera de que el juicio se reinicie, previsiblemente en marzo de 2026, Jana asegura que seguirá firme.

“Por mi papá me voy a levantar cien mil veces. Ni a patadas me van a romper”, advierte. Pese a todo, mantiene la fe en el sistema judicial. “El derecho me dio una identidad. Me dio un lugar en el mundo”.

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