Un informe presentado por la American Heart Association en 2025 reveló que aproximadamente uno de cada siete niños y adolescentes en Estados Unidos tiene la presión arterial elevada o alta. Esto equivale a cerca del 14 % de la población infantil, una cifra que preocupa a cardiólogos y pediatras por el riesgo de que la hipertensión se mantenga en la edad adulta.
A nivel global, una revisión publicada en JAMA Pediatrics calculó que la prevalencia de hipertensión sostenida en menores de 19 años es del 3.9 %, y llega hasta un 11.9 % si se incluyen casos de presión elevada ocasional. Los investigadores señalan que el sobrepeso y la obesidad son factores determinantes.
El problema no solo crece, sino que suele pasar desapercibido. Un estudio en JAMA Network Open mostró que tanto padres como médicos tienden a dudar de las lecturas elevadas en consulta, atribuyéndolas a ansiedad o al llamado “efecto bata blanca”. Esa desconfianza retrasa diagnósticos y tratamientos oportunos.
La evidencia también muestra que las consecuencias se extienden a largo plazo. Según un análisis en STAT basado en cohortes pediátricas, los niños con hipertensión duplican su riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular en la adultez. Sin embargo, los expertos subrayan que una detección temprana y cambios en el estilo de vida pueden revertir el daño.
Incluso en edades muy tempranas los riesgos ya son visibles. Una investigación publicada en Italian Journal of Pediatrics encontró que en un grupo de preescolares de 4 años, el 23 % presentaba presión elevada y el 3.5 % ya tenía hipertensión diagnosticada. Entre los factores asociados se identificaron bajo peso al nacer, mayor índice de masa corporal y antecedentes familiares.
Recomendaciones prácticas
- Medición regular: La Academia Americana de Pediatría recomienda medir la presión arterial al menos una vez al año a partir de los 3 años de edad.
- Hábitos saludables: Una dieta rica en frutas, verduras, cereales integrales y baja en sodio ayuda a reducir el riesgo. Limitar el tiempo frente a pantallas y fomentar la actividad física diaria también son esenciales.
- Capacitación médica: Garantizar que los profesionales de la salud utilicen brazaletes de tamaño adecuado y técnicas estandarizadas mejora la precisión en las lecturas.
- Seguimiento constante: Los niños diagnosticados deben tener controles periódicos para evaluar la evolución y prevenir daño a órganos como corazón, riñones y cerebro.