Con 279 pies de altura, The Motherland Calls domina el horizonte de Volgogrado como una de las esculturas más imponentes del siglo XX. Construida en 1967 como pieza central del complejo conmemorativo de la Batalla de Stalingrado, esta figura colosal representa a la Madre Patria llamando a sus hijos a defender la nación en uno de los episodios más decisivos de la Segunda Guerra Mundial.
La batalla, librada entre 1942 y 1943, definió el rumbo del conflicto en el frente oriental y cobró millones de vidas. Para recordar ese sacrificio, el escultor Yevgeny Vuchetich imaginó una figura dinámica, casi en movimiento, que pareciera avanzar con una espada levantada hacia el horizonte. El ingeniero Nikolai Nikitin se encargó de hacer posible lo imposible: levantar una estatua de impacto emocional y de complejidad técnica monumental.
The Motherland Calls fue construida con cerca de 8.800 toneladas de concreto y acero, materiales que permitieron una estructura interna sorprendentemente delgada en comparación con su tamaño. La estatua no tiene soportes externos, descansa únicamente sobre sus propias piernas y posee un centro de gravedad calculado al milímetro, una hazaña en ingeniería que aún asombra a especialistas.
A pesar de los avances tecnológicos, pocas estructuras contemporáneas igualan su carga simbólica. La figura no es solo una mujer que llama al combate, es la representación de un país entero enfrentando el horror de la guerra y reclamando su derecho a sobrevivir. Por eso, The Motherland Calls continúa siendo el monumento más alto de Europa y uno de los más grandes del mundo, pero también uno de los más cargados de memoria histórica.
Miles de visitantes recorren cada año la colina Mamáyev Kurgán, donde la estatua domina el paisaje. Allí, la sensación es la misma que en 1967: un silencio profundo frente a una figura que parece avanzar aun cuando permanece inmóvil. Un recordatorio de que el pasado no desaparece, solo se transforma en piedra, acero y memoria.










