En la década de 1960, Walt Disney tenía una idea tan ambiciosa que incluso su propio equipo dudaba que pudiera realizarse. Su visión original de EPCOT, siglas de Experimental Prototype Community of Tomorrow, no era un parque de diversiones ni una atracción para turistas. Era un proyecto urbano completo, un modelo de ciudad donde el progreso tecnológico, el diseño y la vida cotidiana coexistirían en perfecta armonía.
Disney creía que las ciudades modernas sufrían de un mal inevitable: la falta de planificación. Calles congestionadas, barrios desordenados y contaminación eran el precio del desarrollo. Por eso, quiso crear un lugar donde cada detalle estuviera cuidadosamente diseñado. En su propuesta, EPCOT tendría una estructura circular: en el centro, un área cubierta con cúpula de cristal serviría como corazón comercial y social. Alrededor, los barrios residenciales se distribuirían estratégicamente con acceso a transporte automatizado, escuelas, zonas verdes y centros de trabajo.
Su idea era audaz: no habría autos privados dentro de la ciudad. Los habitantes se desplazarían en monorraíles y vehículos eléctricos. Los productos llegarían mediante un sistema subterráneo de carga para evitar el tráfico. Incluso la basura sería procesada de forma automática, un concepto que hoy anticipa la sostenibilidad urbana. La visión original de EPCOT pretendía demostrar que el futuro podía ser limpio, eficiente y humano.
Disney veía este proyecto como una ciudad viva, en constante cambio, donde las empresas probarían nuevas tecnologías antes de llevarlas al mundo. Quería que EPCOT fuera un laboratorio para el futuro, una comunidad experimental que nunca se estancara. “No estará terminada nunca”, decía, “porque el mañana no se detiene”.
Pero en 1966, la muerte de Walt Disney detuvo el sueño. Sin su liderazgo, la compañía decidió adaptar el plan a algo más seguro: un parque temático inspirado en su idea, pero sin la parte residencial. Cuando EPCOT Center abrió en 1982, se centró en mostrar avances científicos y culturales, no en alojar ciudadanos reales. Aun así, el espíritu de la visión original de EPCOT seguía vivo en su diseño y propósito educativo.
Con el tiempo, esa visión inspiró a arquitectos y urbanistas de todo el mundo. El concepto de “ciudades inteligentes”, los sistemas de transporte autónomo y los espacios urbanos sostenibles reflejan parte de lo que Walt soñó hace más de medio siglo. En su época, fue considerado un idealista. Hoy, muchas de sus ideas forman parte de los debates sobre cómo deben evolucionar nuestras ciudades.
EPCOT nunca fue la ciudad que Walt Disney imaginó, pero su legado sigue vivo en cada intento de crear un entorno urbano más eficiente, humano y conectado. La visión original de EPCOT fue, en esencia, una carta de amor al futuro.