La Administración del presidente Donald Trump anunció que el Departamento de Justicia (DOJ) desplegará observadores federales en centros de votación de California y Nueva Jersey antes de las elecciones del próximo 4 de noviembre, tras solicitudes del Partido Republicano en ambos estados.
El anuncio llega en medio de comicios clave que podrían influir en el equilibrio de poder político del país y se produce después de que Trump reiterara, sin evidencia, sus afirmaciones de que la elección de 2020 fue “amañada”, especialmente en el voto por correo, ampliamente utilizado en California.
Elecciones bajo vigilancia federal
El DOJ informó que personal de la División de Derechos Civiles estará presente en varios condados de ambos estados con el objetivo de “garantizar elecciones justas” y monitorear posibles violaciones a las leyes federales.
“Destinaremos los recursos necesarios para asegurar procesos justos y transparentes”, declaró la fiscal general Pam Bondi, aliada cercana del presidente Trump.
En Nueva Jersey, los votantes elegirán gobernador entre el republicano Jack Ciattarelli y la demócrata Mikie Sherrill, mientras que en California se votará la Proposición 50, una medida que permitiría a la legislatura estatal ajustar temporalmente los distritos congresionales para futuras elecciones.
Críticas y tensiones políticas
El gobernador de California, Gavin Newsom, calificó el despliegue de observadores federales como una “táctica de intimidación para suprimir el voto”, acusando a la Casa Blanca de usar los recursos del Estado con fines políticos.
Aunque la presencia de observadores federales en elecciones no es inédita —administraciones de ambos partidos lo han hecho durante décadas—, el contexto actual añade una capa de tensión. En 2024, el DOJ envió observadores a 86 jurisdicciones sin incidentes relevantes.
Sin embargo, desde las denuncias infundadas de fraude tras los comicios de 2020, la vigilancia federal en estados demócratas ha generado recelo entre expertos y autoridades locales, que advierten sobre una posible politización del proceso electoral.
Los comicios del 4 de noviembre pondrán nuevamente a prueba la confianza del electorado estadounidense en sus instituciones y en la neutralidad del sistema federal de supervisión electoral.