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Civita Giuliana revela la dieta de los esclavos romanos: nuevos hallazgos sorprenden a los arqueólogos

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Nuevas excavaciones en la villa de Civita Giuliana, a las afueras de Pompeya (sur), han descubierto restos de legumbres y fruta que formaban parte de la dieta de los esclavos romanos, confirmando que, en algunos casos, su alimentación era más completa que la de ciudadanos libres de la época. En la imagen, detalle del contenido de las ánforas. En la imagen, detalle de las cestas apiladas durante la excavación. EFE/ Parque Arqueológico De Pompeya

Las nuevas excavaciones en Civita Giuliana, una villa situada a las afueras de Pompeya, están reescribiendo lo que sabemos sobre la dieta de los esclavos en Pompeya y su vida cotidiana en el siglo I. En el sector norte del barrio servil, arqueólogos italianos descubrieron restos de legumbres y frutas sorprendentemente bien conservados, lo que permite asomarse a los hábitos alimentarios de quienes trabajaban sin descanso en estas propiedades rurales.

En el primer piso del área servil aparecieron ánforas que contenían habas, una de ellas semivacía, así como un cesto con peras o manzanas. Estos alimentos se sumaban al grano, que era la base de la dieta. La combinación proporcionaba proteínas, vitaminas y energía suficientes para mantener a los cerca de 50 esclavos que vivían en pequeñas celdas de aproximadamente 16 metros cuadrados, con hasta tres camas en cada una.

El hallazgo sugiere que en algunos casos la dieta de los esclavos en Pompeya podía ser incluso más equilibrada que la de personas libres de la época. Esto no respondía a una preocupación por su bienestar, sino a la necesidad de mantenerlos en condiciones para realizar tareas agrícolas, domésticas y de mantenimiento. Aun así, estos descubrimientos cuestionan las ideas simplificadas sobre la vida esclava, mostrando matices en un sistema profundamente desigual.

La conservación de los alimentos en la planta superior tenía un propósito doble. Por un lado, protegía los víveres de roedores, cuyos restos han sido encontrados en los cuartos de la planta baja. Por otro, permitía a los supervisores controlar con precisión el reparto diario de comida según la edad, el sexo y las labores asignadas a cada esclavo. Según los cálculos de los arqueólogos, alimentar al grupo requería cerca de 18.500 kilos de grano al año, una producción que dependía de alrededor de 25 hectáreas de cultivo.

Para Gabriel Zuchtriegel, director del Parque Arqueológico de Pompeya, estos hallazgos exponen la crudeza del sistema esclavista romano. Recordó que los esclavos eran considerados “instrumentos de habla”, pero que su humanidad persistía a pesar del sometimiento. La frontera entre esclavo y hombre libre, señaló, podía desdibujarse en detalles cotidianos como la comida que compartían.

Las excavaciones continúan bajo vía Giuliana, con trabajos centrados en estructuras superiores, moldes de puertas y posibles herramientas agrícolas. La villa, saqueada durante años, es objeto de investigación desde 2017 y está en proceso de recuperación y ampliación para reconstruir con mayor detalle la organización del complejo servil.

Los nuevos hallazgos permiten comprender mejor la dieta de los esclavos en Pompeya, pero también abren una ventana emotiva a la vida de quienes sostuvieron el funcionamiento de estas villas romanas, dejando rastros que hoy desafían nuestra mirada sobre la historia social del imperio.

El Especialito

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