El hígado graso, conocido médicamente como esteatosis hepática, ocurre cuando se acumula grasa en este órgano vital. Aunque una pequeña cantidad de grasa es normal, cuando supera el 5 % del peso del hígado puede convertirse en un problema de salud serio.
Tipos de hígado graso
Existen dos formas principales:
- Hígado graso no alcohólico (HGNA): asociado a obesidad, diabetes tipo 2, colesterol alto y malos hábitos alimenticios.
- Hígado graso alcohólico: relacionado con el consumo excesivo de alcohol.
Ambos pueden avanzar hacia inflamación crónica (esteatohepatitis), fibrosis e incluso cirrosis si no se detectan a tiempo.
Factores de riesgo
Según la American Liver Foundation, los principales factores asociados al hígado graso son:
- Obesidad abdominal.
- Resistencia a la insulina y diabetes.
- Niveles elevados de colesterol o triglicéridos.
- Sedentarismo.
- Dieta rica en azúcares añadidos y ultraprocesados.
También puede presentarse en personas con peso normal, un fenómeno conocido como “hígado graso magro”, influenciado por genética y estilo de vida.
Síntomas y diagnóstico
La mayoría de los pacientes no presenta síntomas en etapas tempranas. Algunos pueden experimentar cansancio, dolor leve en la parte superior derecha del abdomen o inflamación. El diagnóstico se realiza con análisis de sangre, ecografías o biopsia hepática en casos necesarios.
Consecuencias para la salud
Un estudio publicado en The Lancet Gastroenterology & Hepatology en 2023 mostró que el hígado graso no alcohólico es una de las principales causas de enfermedad hepática crónica a nivel mundial, y se proyecta que será la causa principal de trasplantes de hígado en las próximas décadas. Además, se asocia a mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Cómo prevenir y tratar el hígado graso
La buena noticia es que en etapas iniciales puede revertirse con cambios en el estilo de vida:
- Pérdida de peso moderada: perder entre el 7 % y el 10 % del peso corporal mejora la salud hepática.
- Alimentación equilibrada: dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, pescado y aceite de oliva.
- Ejercicio regular: al menos 150 minutos de actividad física a la semana.
- Control médico: vigilar glucosa, colesterol y triglicéridos.
- Reducir el alcohol: limitar o eliminar el consumo ayuda a proteger el hígado.