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Por qué los Hijos de la Libertad se disfrazaron de guerreros mohawk en el Boston Tea Party

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"La destrucción del té en el puerto de Boston", litografía que representa la Boston Tea Party de 1773. Obra de arte de Nathayel Corrier titulada "Sabotaje del té en el puerto de Boston". Foto cortesia: WikiMedia Commons.

La imagen más repetida del Boston Tea Party es la de un grupo de colonos arrojando cargamentos de té al puerto de Boston mientras lucen pintura facial y mantos de guerreros indígenas. Pero pocos saben realmente por qué los Hijos de la Libertad y los mohawk quedaron unidos para siempre en esa escena. La respuesta no es tan simple como “un disfraz para ocultar identidades”. Detrás del gesto había política, simbolismo y una provocación cultural calculada.

En 1773, los colonos estadounidenses protestaban contra los impuestos británicos, especialmente el impuesto al té. El enojo crecía y las tensiones con la Corona estaban en un punto crítico. Cuando un grupo de activistas organizó la destrucción del cargamento, necesitaban actuar sin ser identificados, pero también enviar un mensaje. Por eso eligieron la figura del guerrero mohawk.

Los mohawk pertenecían a la Confederación Iroquesa y eran vistos por los colonos como un símbolo de independencia, fuerza y libertad. Al disfrazarse de ellos, los manifestantes declaraban, de manera visual, que ya no se veían a sí mismos como súbditos británicos. Querían mostrarse como algo distinto, casi como un “nuevo pueblo”, separado cultural y políticamente de Inglaterra. Esa mezcla de anonimato y simbolismo explica la unión entre los Hijos de la Libertad y los mohawk.

Además, el gesto tenía un matiz práctico. Los disfraces eran simples: mantas, hollín para oscurecer el rostro y plumas. Permitían moverse rápido, ocultar rasgos reconocibles y, al mismo tiempo, confundir a testigos y autoridades. No pretendían parecer indígenas reales, sino adoptar una identidad temporal que comunicara resistencia a la opresión imperial.

Sin embargo, también existe un contexto incómodo. Los pueblos indígenas no participaron en la protesta y, para muchos historiadores, el uso de su imagen fue una forma burda de apropiación cultural. Fue una táctica útil para los colonos, pero invisibilizó a las comunidades nativas que realmente enfrentaban amenazas constantes de invasión, despojo y violencia.

Aun así, el simbolismo funcionó. El Boston Tea Party se convirtió en una chispa revolucionaria y la imagen de los colonos disfrazados quedó grabada en la memoria estadounidense. La relación entre los Hijos de la Libertad y los mohawk demuestra cómo los gestos teatrales pueden moldear la historia. Y también cómo las revoluciones, incluso las más celebradas, están llenas de contradicciones, estrategias culturales e identidades tomadas prestadas.

El Especialito

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