En junio de 2002, Estados Unidos fue sacudido por la desaparición de una niña de 14 años en Salt Lake City, Utah. Elizabeth Smart, proveniente de una familia mormona ejemplar, fue secuestrada en su propia casa mientras dormía junto a su hermana menor. El autor del crimen: un hombre llamado Brian David Mitchell, un autoproclamado …
El extraño caso de Elizabeth Smart: secuestro, manipulación y escape milagroso
En junio de 2002, Estados Unidos fue sacudido por la desaparición de una niña de 14 años en Salt Lake City, Utah. Elizabeth Smart, proveniente de una familia mormona ejemplar, fue secuestrada en su propia casa mientras dormía junto a su hermana menor. El autor del crimen: un hombre llamado Brian David Mitchell, un autoproclamado profeta que afirmaba haber recibido órdenes divinas. Lo insólito de este caso no fue solo el secuestro, sino la increíble manipulación psicológica, el fanatismo religioso extremo y el desenlace inesperado que lo convirtió en uno de los crímenes más extraños y comentados del siglo XXI.
Un crimen silencioso en la noche
La noche del 5 de junio de 2002, Mitchell ingresó a la casa de los Smart con un cuchillo, se acercó sigilosamente a Elizabeth y la obligó a salir. Su hermana Mary Katherine fingió dormir, pero lo vio todo. Lo extraño es que, durante semanas, nadie creyó en la versión de la pequeña testigo. La policía pensó que Elizabeth había sido secuestrada por un desconocido al azar.
Mitchell, acompañado por su esposa Wanda Barzee, llevó a Elizabeth a un campamento improvisado en las montañas. Allí, la obligó a casarse con él en una ceremonia “espiritual” y la sometió a abuso físico, emocional y sexual durante nueve meses. A pesar de estar a solo kilómetros de su casa, nadie pudo encontrarla.
El poder de la manipulación
Uno de los aspectos más insólitos del caso es cómo Mitchell logró que Elizabeth no escapara, aun cuando caminaba con él por las calles, e incluso fue vista en lugares públicos. ¿Por qué no pidió ayuda? La clave fue el adoctrinamiento extremo. Mitchell la convenció de que era su esposa celestial, que el mundo se acabaría si lo traicionaba, y que su familia sería destruida si intentaba huir.
Esta estrategia de control psicológico es conocida como coerción coercitiva, y es muy común en casos de secuestro prolongado. Elizabeth llegó a usar un velo y túnica para ocultar su identidad y evitar el contacto con extraños.
Un giro inesperado
El 12 de marzo de 2003, una pareja reconoció a Mitchell y Barzee caminando con una joven en Sandy, Utah, a solo 20 kilómetros del lugar donde desapareció Elizabeth. Alertaron a la policía, y así se produjo uno de los rescates más sorprendentes: la joven secuestrada por casi un año estaba viva, ilesa físicamente y con una historia que estremeció al país.
Lo increíble es que había estado a la vista de todos. La búsqueda de Elizabeth fue nacional, pero su captor la escondió a plena luz del día bajo el velo del fanatismo religioso.
Después del horror: justicia y activismo
Mitchell fue condenado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional, mientras que Wanda Barzee recibió 15 años. Elizabeth, por su parte, se convirtió en una destacada activista por los derechos de las víctimas de secuestro y abuso. Fundó la Elizabeth Smart Foundation y colabora con programas de prevención del tráfico humano.
Una historia que desafía toda lógica
El caso de Elizabeth Smart no solo fue un crimen; fue una lección de psicología, resiliencia y lo insólito de la mente humana. Que una joven pueda sobrevivir, adaptarse y luego convertirse en líder tras un trauma de esa magnitud es algo que aún deja perplejos a expertos y al público en general.
Su historia nos recuerda que, en el mundo real, los monstruos pueden usar palabras sagradas y que lo más aterrador no siempre se oculta en la oscuridad, sino a plena luz del día.