En menos de tres meses, el estacionamiento de un Home Depot en el vecindario de Westlake, en Los Ángeles, se ha convertido en el epicentro de la tensión por las redadas migratorias del Gobierno de Donald Trump. Cuatro operativos consecutivos de ICE y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) han dejado decenas de detenidos y un creciente clima de miedo en la comunidad inmigrante.
El último operativo ocurrió el jueves pasado, cuando agentes llegaron en camionetas sin marcar, cerraron calles aledañas y utilizaron gases lacrimógenos contra quienes intentaban huir. Testigos grabaron videos que muestran a agentes federales persiguiendo a jornaleros y vendedores ambulantes en el Bulevar Wilshire, mientras al menos un detenido era golpeado en el suelo.
La Red de Respuesta Rápida de Los Ángeles calificó la redada como un acto “racista” y “de terror indiscriminado” contra trabajadores latinos y sus familias. Según sus datos, entre 8 y 15 personas fueron arrestadas.
Vecinos aseguran que el centro de jornaleros junto a la tienda, activo por décadas, se ha convertido en un blanco recurrente desde el inicio de las operaciones el 6 de junio. El operativo más controvertido ocurrió el 6 de agosto bajo el nombre de “Operación Caballo de Troya”, cuando los agentes se ocultaron en un camión de mudanzas para engañar a inmigrantes que buscaban trabajo. Tras atraerlos, saltaron del vehículo y comenzaron a arrestarlos, lo que podría constituir una violación de una orden judicial que prohíbe arrestos indiscriminados.
El temor se ha intensificado tras las declaraciones del zar de la frontera, Tom Homan, quien aseguró que redadas similares continuarán en ciudades como Los Ángeles, Chicago y Nueva York. Para residentes como Camilo Izquierdo, el mensaje es claro: “Los indocumentados ya no deberían venir por aquí ni cerca de ningún Home Depot. El miedo ya reina en la comunidad”.