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Comer bajo estrés: lo que la ciencia aprendió de los conejos

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Familia discutiendo sentada alrededor de la mesa comiendo en la cocina gritando/© Monkey Business Images | Dreamstime.com

Comer acompañado puede ser una experiencia placentera o, en algunos casos, una fuente de tensión. Y aunque parezca un detalle menor, la ciencia ha descubierto que comer bajo estrés o hacerlo con personas que nos generan malestar puede tener efectos reales en la salud del corazón.

Uno de los estudios más curiosos y citados sobre este tema se remonta a la década de 1990. Un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Ohio realizaba experimentos sobre cómo el colesterol afectaba la salud cardiovascular de los animales. Pero un hallazgo inesperado cambió la dirección del estudio.

El estudio de los conejos y el colesterol

Los científicos alimentaban a un grupo de conejos con una dieta alta en colesterol para analizar los efectos en sus arterias. Todos recibían la misma comida, la misma cantidad y las mismas condiciones. Sin embargo, los resultados mostraron algo extraño: un grupo tenía un 30 por ciento menos de acumulación de placa que el resto.

La diferencia no estaba en la dieta, sino en el trato. Uno de los técnicos, sin darse cuenta, pasaba más tiempo acariciando y hablando con los conejos mientras los alimentaba. Los animales que recibieron ese tipo de atención mostraron niveles más bajos de colesterol dañino y mejor salud arterial.

El estudio, publicado en los años 90, fue retomado más tarde por médicos como Deepak Chopra para ilustrar cómo el entorno emocional y el estado mental influyen directamente en la salud física.

Comer bajo presión o con malas compañías

Cuando comemos bajo estrés, el cuerpo libera cortisol y adrenalina, dos hormonas que aumentan la frecuencia cardíaca y alteran la digestión. Además, reducen la capacidad del cuerpo para procesar grasas y azúcares, elevando los niveles de colesterol.

Comer con personas que nos incomodan o en ambientes tensos puede amplificar esos efectos. La comida, en lugar de nutrir, se convierte en una experiencia de defensa emocional.

Los especialistas en salud integral explican que el sistema digestivo es muy sensible al estado emocional. Comer en calma, disfrutar de la compañía y sentir gratitud por los alimentos no son solo costumbres culturales, también son prácticas con beneficios fisiológicos comprobados.

Más allá del plato

El estudio de los conejos nos recuerda algo fundamental: no solo importa qué comemos, sino cómo y con quién lo hacemos. La biología humana responde a la química del afecto, la calma y la conexión social. Un entorno positivo al comer puede ser tan importante como una dieta equilibrada.

A veces, el mejor consejo de salud no está en el plato, sino en la mesa. Comer con calma y buena compañía puede ser uno de los remedios más simples y poderosos que existen.

El Especialito

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