Seguro te ha pasado: entras a otra habitación decidido a hacer algo y, de pronto, se te borra de la mente. No eres despistado, estás viviendo lo que los científicos llaman el efecto de la puerta.
Investigaciones de la Universidad de Notre Dame demostraron que al cruzar un umbral, el cerebro marca un “cambio de escena”. Es como si cerrara un capítulo y abriera otro, archivando lo que tenías en mente en el contexto anterior. Por eso, al llegar a la nueva habitación, la razón por la que te moviste parece haberse evaporado.
Lo curioso es que la información no se pierde, solo se esconde. Muchas veces basta con volver al lugar de origen para que la memoria regrese de inmediato, como si la puerta también sirviera de interruptor para recuperar recuerdos.
Aunque parezca un fallo, en realidad es un truco evolutivo: el cerebro organiza la vida en episodios para no saturarse de datos inútiles. Claro, esto no evita que todos terminemos parados en la cocina, preguntándonos qué rayos íbamos a hacer allí.
La próxima vez que te ocurra, recuerda que no es mala memoria, es tu mente actuando como editor de escenas. El efecto de la puerta nos recuerda que hasta los actos más simples, como cruzar de un cuarto a otro, esconden los misterios de cómo funciona nuestro cerebro.