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El peso argentino sigue en caída pese al respaldo de Estados Unidos y las promesas de Milei

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Varias personas cruzan frente a la sede del Banco Central de la República Argentina, en una fotografía de archivo. EFE/ Juan Ignacio Roncoroni

A una semana de las elecciones legislativas en Argentina, la moneda nacional atraviesa un momento crítico. Ni las promesas del presidente Javier Milei ni las intervenciones del Gobierno de Estados Unidos han logrado estabilizar el peso, cuya desconfianza sigue en aumento tanto entre ahorristas como en los mercados internacionales.

El presidente estadounidense, Donald Trump, ofreció apoyo a Milei mediante un acuerdo de intercambio de divisas de 20.000 millones de dólares entre la Reserva Federal (Fed) y el Banco Central argentino. Sin embargo, esa ayuda está condicionada al resultado de los comicios del 26 de octubre, donde el oficialismo busca consolidar poder en el Parlamento.

Mientras tanto, el Tesoro de Estados Unidos intervino de forma inédita en el mercado cambiario argentino, comprando pesos e inyectando dólares para contener la volatilidad. Aun así, la presión sobre la divisa se mantiene y el temor a una nueva devaluación empuja a los argentinos a refugiarse en el dólar.

“Los argentinos desconfían de su moneda porque el gobierno intenta mantenerla sobrevaluada, y los mercados de bonos y divisas no permitirán que esto continúe indefinidamente”, explicó a EFE el economista Mark Weisbrot, del Centro para la Investigación Económica y Política (CEPR) en Washington.

Desde abril, cuando el Gobierno flexibilizó las restricciones para la compra de divisas, los argentinos han adquirido casi 18.000 millones de dólares. Sin embargo, las reservas líquidas del Banco Central rondan apenas los 18.000 millones, y las netas se calculan en unos 6.000 millones, muy por debajo de lo pactado con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El programa de libre flotación entre bandas, implementado en abril junto con un nuevo acuerdo con el FMI por 42.000 millones de dólares, parece haber llegado a su límite. Pese a los esfuerzos del Gobierno por sostener el valor del peso, la pérdida de reservas, las altas tasas de interés y la desconfianza del público crean un cóctel explosivo.

“El tipo de cambio real de Argentina se ha sobrevaluado. Incluso los enormes 42.000 millones de dólares en nuevos préstamos acordados en abril solo aportaron estabilidad temporalmente”, advirtió Weisbrot.

La historia económica argentina pesa sobre el presente: desde la creación del peso en 1992, su valor se ha erosionado con cada crisis. En sus primeros años equivalía a un dólar; hoy, no alcanza ni una décima de centavo.

A pesar de los anuncios y del apoyo político de Washington, el mercado sigue dictando sentencia. El peso argentino continúa su caída libre, reflejando la fragilidad estructural de una economía que, incluso con respaldo externo, no logra recuperar la confianza perdida.

El Especialito

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