La cadena de supermercados estadounidense Target, una de las más grandes del país, anunció este jueves que despedirá a 1.000 empleados y eliminará 800 vacantes dentro de un plan de reestructuración que reducirá su plantilla corporativa global en un 8 %.
La medida busca “simplificar la estructura del negocio” y responder a la caída de ventas que ha afectado al sector minorista en los últimos trimestres.
El director ejecutivo de Target, Michael Fiddelke, comunicó la decisión a través de un correo interno, citado por The Wall Street Journal, en el que reconoció que “la complejidad y las capas excesivas de gestión han ralentizado las decisiones y dificultado la ejecución de ideas”.
“Tenemos demasiadas capas y funciones que se solapan. Esto nos ha impedido movernos al ritmo que necesitamos para crecer”, señaló Fiddelke, quien asumió el cargo en septiembre.
Según el comunicado, los empleados de oficina en EE.UU. serán los más afectados, y la compañía les pidió trabajar desde casa la próxima semana mientras se concretan los cambios. Aquellos que sean despedidos recibirán su salario hasta enero y podrán optar a indemnizaciones.
Un golpe a la estructura corporativa
El recorte apunta principalmente a puestos de gestión intermedia. Fiddelke explicó que la medida permitirá centrar los recursos en tres prioridades clave: recuperar la competitividad en estilo y diseño, mejorar la experiencia del comprador y usar tecnología para impulsar el crecimiento.
La decisión llega después de que Target reportara en agosto un descenso del 19 % en sus ingresos operativos, que se situaron en 1.300 millones de dólares, y una caída casi del 10 % en el valor de sus acciones tras anunciar los malos resultados y el ascenso de Fiddelke.
Aunque las ventas totales apenas bajaron un 1 %, la empresa enfrenta una pérdida de cuota de mercado frente a Walmart, su principal competidor, y un entorno de consumo debilitado por la inflación y los aranceles del Gobierno de Donald Trump.
Polémica por sus políticas internas
En los últimos meses, Target también ha enfrentado controversias por retirar sus iniciativas de diversidad, equidad e inclusión (DEI), una decisión interpretada como un intento de alinearse con las políticas del actual gobierno. La medida generó boicots y críticas de clientes que la consideraron un retroceso en materia social.
A pesar de los desafíos, Fiddelke aseguró que la empresa se mantiene “financieramente sólida” y que el objetivo de la reestructuración es preparar a Target para una nueva etapa de crecimiento.