En plena euforia por el progreso tecnológico y cultural, la Feria Mundial de Chicago de 1893 se convirtió en una vitrina del futuro. Pero entre los avances, las exposiciones internacionales y el nacimiento de nuevas ideas, surgió un episodio inesperado: el California Hoax de 1893, uno de los engaños más curiosos y poco recordados de aquel evento monumental.
Según los reportes de la época, un grupo de visitantes llegó a la feria asegurando representar oficialmente al estado de California. Se presentaron con panfletos, documentos falsificados y discursos floridos sobre las maravillas de la costa oeste. Lo sorprendente es que ni los organizadores ni muchos asistentes sospecharon al principio. California era un territorio en rápido crecimiento, pero aún relativamente desconocido para gran parte del país, lo que abrió la puerta a la confusión.
El grupo instaló un pequeño puesto promocional donde presumía supuestos avances agrícolas, una “nueva variedad de oro californiano” y hasta un proyecto ficticio de ferrocarriles. Algunos curiosos afirmaron que ofrecían souvenirs dudosos y panfletos plagados de exageraciones. El California Hoax de 1893 funcionó durante días, alimentado por la fascinación que muchos estadounidenses tenían por el lejano oeste, un lugar que aún vivía entre la realidad y el mito.
La treta se derrumbó cuando autoridades de la feria notaron irregularidades en los permisos. Tras una verificación rápida, se confirmó lo que nadie esperaba: el “delegado californiano” no solo no representaba al estado, sino que el grupo completo era una banda de oportunistas que aprovechaba el tamaño del evento para mezclarse entre delegaciones reales. Fueron expulsados discretamente, pero no antes de que cientos de visitantes hubieran sido engañados por su teatralidad y carisma.
El incidente nunca llegó a escalar a escándalo nacional, en parte porque la feria estaba saturada de noticias más llamativas. Pero el California Hoax de 1893 sobrevivió como una anécdota extraña que muestra cómo, incluso en un momento de enorme modernidad, la credulidad pública podía ser manipulada con facilidad.
A más de un siglo, esta historia revela que las ferias mundiales no solo mostraban inventos y cultura, sino también las debilidades humanas. El “California Hoax” quedó como un pequeño recordatorio de que, donde hay multitudes y curiosidad, siempre habrá alguien dispuesto a fabricar una historia convincente.










