Los hallazgos del asteroide Bennu están reescribiendo la comprensión científica sobre el origen del sistema solar y los posibles ingredientes iniciales de la vida. La NASA anunció que las muestras recogidas por la misión OSIRIS-REx contienen moléculas orgánicas fundamentales, incluido un descubrimiento sin precedentes: ribosa, un azúcar esencial en la formación del ARN. El hallazgo refuerza la idea de que los bloques básicos de la biología podrían haberse formado mucho antes de la aparición de la vida en la Tierra.
Las muestras, analizadas por la Universidad de Arizona y publicadas en la revista Nature Geoscience, muestran una combinación extraordinaria de compuestos. Entre ellos figuran aminoácidos, nucleobases y glucosa, elementos considerados pilares químicos para procesos metabólicos. Lo más llamativo es una sustancia similar a una goma orgánica que nunca se había observado en meteoritos ni en rocas espaciales. Esta mezcla se encontraba además rodeada de polvo proveniente de estrellas que explotaron, incluidas supernovas, lo que sugiere un origen cósmico profundo.
Los científicos explican que, si bien estas moléculas no prueban la existencia de vida, sí demuestran que los ingredientes necesarios estaban ampliamente distribuidos en el sistema solar temprano. Para muchos investigadores, este tipo de hallazgos refuerza la hipótesis de que impactos de asteroides pudieron haber aportado compuestos esenciales a la Tierra primitiva, acelerando el desarrollo de moléculas más complejas.
La presencia de ribosa es especialmente significativa. Hasta ahora, nunca se había confirmado su existencia en una roca espacial. Con ella, los hallazgos del asteroide Bennu incluyen por primera vez todos los elementos necesarios para formar ARN, una molécula clave en los procesos de replicación y evolución biológica. Este descubrimiento abre la posibilidad de que los ingredientes de la vida no solo existieran en la Tierra, sino que fueran comunes en los cuerpos rocosos del espacio.
Bennu continúa siendo objeto de estudio, y sus muestras podrían ofrecer nuevas pistas sobre cómo se formaron los primeros compuestos orgánicos del universo. Lo que está claro es que un pequeño asteroide de apenas 500 metros se ha convertido en una ventana hacia nuestros orígenes, un recordatorio de que la vida, tal vez, empezó con fragmentos de estrellas que viajaron millones de kilómetros.












