Durante siglos, los trances de la Pitia en Delfos fueron considerados un puente directo entre el mundo humano y la voluntad de los dioses. La sacerdotisa, conocida como la Pitia o Pitonisa, ofrecía profecías que guiaban decisiones políticas, militares y religiosas en la antigua Grecia. Su fama era tan grande que reyes, generales y ciudadanos viajaban durante días para escuchar sus palabras. Pero detrás del aura divina existía un fenómeno físico que la ciencia moderna apenas comienza a comprender.
Los relatos antiguos describen a la Pitia sentada sobre un trípode en el Templo de Apolo, entrando en un estado alterado de conciencia. Balbuceaba frases enigmáticas que los sacerdotes interpretaban. Algunos textos mencionan que la sacerdotisa inhalaba vapores que emanaban desde una grieta en el suelo del templo. Durante mucho tiempo, los historiadores dudaron de esta versión, pero nuevas investigaciones han cambiado la perspectiva.
A finales del siglo XX, geólogos y arqueólogos analizaron la zona y descubrieron que el santuario de Delfos se encuentra sobre la intersección de dos fallas geológicas activas. En esas fracturas se filtraban gases como etileno y metano, capaces de inducir un estado de trance. Esta teoría sugiere que los trances de la Pitia en Delfos no eran producto de magia ni fábula, sino de una combinación extraordinaria de geología y ritual.
El etileno, en particular, puede provocar euforia, sensación de ligereza y alteración en la percepción del tiempo. En dosis mayores, produce desconexión momentánea de la realidad. Eso coincide con las descripciones antiguas que hablan de una sacerdotisa que parecía flotar entre mundos mientras pronunciaba mensajes divinos.
Aunque algunos científicos señalan que la concentración de gas debía ser baja para no resultar mortal, la estructura del templo pudo concentrar los vapores de forma intermitente, especialmente en momentos de actividad sísmica. Así, los trances de la Pitia en Delfos serían un fenómeno natural interpretado como intervención divina por sociedades que buscaban sentido y guía.
Más allá de la explicación científica, la figura de la Pitia mantiene su magnetismo. Su influencia en decisiones históricas y su posición única dentro del mundo antiguo la convierten en un símbolo de poder espiritual y misterio. En Delfos, donde la tierra respira y los mitos aún parecen palpitar, las profecías continúan siendo parte de la magia del lugar.










