El nombre de este plato puede sonar confuso: no lleva pollo. Se llama chicken fried steak porque el filete de res se cocina “como si fuera pollo frito”, con el mismo empanizado crujiente y fritura en sartén. El origen se remonta al siglo XIX en Texas, cuando inmigrantes alemanes y austriacos adaptaron su tradicional schnitzel a los ingredientes locales. Con el tiempo, el sur de Estados Unidos lo hizo suyo y lo bautizó con este nombre tan curioso.
Hoy en día, es un clásico sureño servido con abundante salsa cremosa (gravy) que convierte cualquier comida en un verdadero festín.
Ingredientes
- 4 filetes de res tiernos (aprox. 150 g cada uno)
- 2 tazas de harina de trigo
- 1 cucharadita de sal
- 1 cucharadita de pimienta negra
- 1 cucharadita de pimentón en polvo
- 2 huevos grandes
- 1 taza de leche
- Aceite para freír
Para la salsa (gravy)
- 2 cucharadas de mantequilla
- 2 cucharadas de harina de trigo
- 2 tazas de leche entera
- Sal y pimienta al gusto
Preparación
- Sazona los filetes con sal y pimienta.
- Prepara dos recipientes: uno con la harina mezclada con pimentón, sal y pimienta, y otro con los huevos batidos junto con la leche.
- Pasa cada filete primero por la harina, luego por la mezcla de huevo, y nuevamente por la harina, presionando bien para que se adhiera.
- Calienta aceite en una sartén profunda y fríe los filetes de 3 a 4 minutos por lado, hasta que estén dorados y crujientes. Retira y escurre en papel absorbente.
- Para la salsa, derrite la mantequilla en una sartén, agrega la harina y mezcla hasta formar una pasta dorada. Añade poco a poco la leche, batiendo para evitar grumos, y cocina hasta que espese. Ajusta sal y pimienta.
- Sirve los filetes bañados con la salsa caliente.
El chicken fried steak es más que un plato: es un pedazo de historia culinaria que refleja la mezcla cultural del sur de Estados Unidos. Crujiente por fuera, jugoso por dentro y acompañado de una salsa que lo une todo, este clásico sigue conquistando mesas porque combina sencillez, sabor y tradición en un solo bocado.